La Verdad Desnuda de Sí Mismo
En la Ilusión de las formas materiales - una ecuación no tiene sentido sino expresa un pensamiento de Dios.
Antes de todo, antes del tiempo, de la materia, la forma y el lugar, Dios estaba en todo y todo estaba en Dios, inefable, infinito, inmutable, imposible. Todo espíritu, todo luz, inmortal, invisible, puro, sabio, justo y bueno.
Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, con su misma capacidad de creación y conciencia que toma forma en un mundo dual. Los principios fundamentales afirman que el universo existe en la mente de Dios, siendo la realidad un gran sistema donde todo tiene conciencia y está interligado.
El Todo es mente. El universo es mentalidad múltiple, realidad substancial que se oculta detrás de todas las manifestaciones y apariencias de lo percibido como materia, vida y energía, quien es espíritu en sí mismo incognoscible e indefinible; una mente infinita, universal y viviente, creación mental del todo en que vivimos y tenemos el ser, y lo que explica la energía y la materia subordinadas a la mente.
´Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente´. Dhammapada.
La conciencia y la presencia siempre suceden en el ahora. Sin embargo, la paradoja es que el universo es y sin embargo no es, lo que indica la naturaleza ilusoria de las cosas finitas, ya que solo lo que está en la naturaleza infinita del Todo es real.
Todo lo que existe surge de la luz y la luz surge del todo creado basado en el orden. La ley gobierna el espacio en el que habita lo infinito. Surgidos del equilibrio los grandes ciclos se mueven en armonía hacia el resplandor del ser..
Más allá de cualquier cosa y esencia, el Todo es espíritu en cambio. Ilusión e irrealidad. No obstante, el universo, sus leyes y fenómenos son tan reales como el hecho de estar en un estado transitorio siempre cambiante y por consiguiente desprovisto de realidad substancial, aunque estamos obligados a vivir como si la ilusión aparente de lo percibido fuese real en lo que concierne a nuestras vida y obras en el plano material de los sentidos.
La vida es un proceso diseñado por Dios para ampliar la conciencia hasta su perfección. Por ello es espíritu hasta comprender que el amor no tiene polaridad, que es neutro como Dios. La fortuna conectada al todo del que somos parte: vida y muerte en aceptación de nuestra intrascendencia,
Los enormes ciclos de tiempo en que se dividen las eras según el zodiaco permiten que un ser humano reencarne sucesivamente para subir en la jerarquía del universo, a fin de vivir experiencias que le permitan adquirir sabiduría y compresión. En este universo de contrastes, solamente a través del equilibrio entre la luz y la oscuridad, al compararse los extremos de la dualidad, se puede encontrar la unidad.
El lugar en que se encarna y experimenta tiene dos extremos polarizados opuestos, entre el todo y la nada, entre lo manifiesto y lo no manifiesto. A lo largo de numerosas vidas, contrastando los extremos, se entiende que la verdad está en el centro, en la neutralidad, que Todo es Uno y Uno es Todo.
El sonido de la creación: Todo vibra, desde la materia más densa al espíritu puro. Es la frecuencia de vibración de las partículas constitutivas de la energía que determina los diversos estados de la realidad, la densidad de la materia, la mente y la alta vibración del espíritu. Cuanto mayor la frecuencia de vibración, más elevado el nivel de conciencia y de información.
Dar e irradiar es la característica vibratoria del espíritu. Vida tras vida el ser humano sube de nivel y entiende que en el universo dual de circunstancias contradictorias lo único que no tiene polaridad es el amor y conoce la razón de su existencia. Un largo proceso evolutivo que transmuta la conciencia de un ser temeroso e ignorante a uno sabio e inmortal.
No hay instantes vacíos. Lo único que realmente importarta es este momento. La mente es un sólo órgano reflejo que reacciona ante todo y llena la cabeza con miles de pensamientos aleatorios al día.
Este plan de aprendizaje concede a cada espíritu un ciclo cósmico de 13 eras zodiacales, un giro completo del sistema solar recibiendo la variada energía radiante de cada una de las constelaciones por las que transcurre la Tierra en su órbita galáctica determinada por el movimiento inverso de precesión. Durante 25.920 años reencarna 700 veces en diferentes cuerpos, lugares, circunstancias, condiciones y personalidades. El Año Cósmico permite la transformación de la materia en espíritu.
La Esfinge de Giza es la más grande obra de arte creada sobre la Tierra, una estatua que ha permanecido incólume a través de los siglos. Tallada sobre una sola pieza monolítica, es un símbolo imperecedero de localización precisa que revela los movimientos astrológicos registrados hace miles de años por antiguas civilizaciones avanzadas.
Resulta un reloj cósmico que marca los ciclos mayores del sistema solar en la galaxia. El tiempo cero es el inicio de una nueva civilización tras el último diluvio ocurrido hace aproximadamente 13.000 años, una destrucción cíclica que acontece cada Año Cósmico, Gran Año o Año Platónico.
La Esfinge, situada es un punto diamagnético muy especial de la Tierra, mira hacia el este desde la planicie de Giza al norte de Egipto, también conocida como Rostau, junto a las tres pirámides emblemáticas que se construyeron después.
Su cuerpo de león con cabeza humana descansa en una línea paralela al ecuador a 30 grados de latitud y longitud, casi exactamente sobre el meridiano que cruza los polos norte y sur. Cuando se la erigió su mirada apuntaba a las estrellas del signo zodiacal de Leo, la constelación que atravesaba el sistema solar aquel momento, confirmando su simbología y localización exacta.
Los astros marcan los ciclos en las diferentes escalas del universo. La vuelta del sistema solar alrededor de la galaxia determina la duración de las estructuras físicas que sustentan la organización humana, pues a cada 25.920 años ocurre un cataclismo que dar lugar a un nuevo desarrollo y una posibilidad diferente de organización.
El camino del perfeccionamiento de la ignorancia a la sabiduría es individual. En cada vida se aprende algo distinto, cada vez se nace de diferentes maneras por la fuerza que irradian las estrellas, cada vida es un paso necesario que acrecienta conocimientos. Así, cada ser vivo cumple un ciclo cósmico recibiendo energía de las trece constelaciones y de los ciclos que marcan los ritmos y producen estados diferentes.
Los ojos son el sentido del sol, el origen de la vida, perceptores de la fuerza que condensa el espíritu en la materia dando lugar al universo, el lugar de experimentación de la conciencia. Los ojos son la dualidad misma en un mundo de contrastes entre partes opuestas. Captan la energía luminosa de la realidad, la conciencia inmortal que todo lo sabe y todo lo ve.
Conciencia emergente, vida tras vida el ser humano experimenta el destino que le corresponde y una serie de circunstancias al relacionarse con los otros. La reencarnación lo transforma poco a poco en un ser tolerante que alcanza sentidos y poderes, quien comprende que todos tienen una misión, que todo lo que ocurre es perfecto, que los contrastes existen para la comprensión del universo, y encuentra la felicidad volviéndose un ser invulnerable.
La reencarnación transforma un ser humano primitivo y casi animal con una conciencia temporal limitada, en un super humano inmortal de conciencia permanente que puede entrar y salir voluntariamente de la materia.
El ser humano en tránsito tiene más que una vida. La muerte es apenas una puerta para cambiar las circunstancias y recibir otro destino. Cada vida es una lección diferente en el proceso de perfeccionamiento del ser para llegar tarde o temprano a través del respeto y la paz interior a la inmortalidad.
El espíritu es la fuerza que genera la vida, el momento en que la voluntad de Dios se manifiesta sobre sí misma y condensa su substancia original. Este reacciona creando una fuerza contraria y expansiva que pone al universo polarizado en movimiento. La conciencia es primaria en el universo y la materia es consecuencia de ella.
El espíritu es la substancia original que por su propia naturaleza determina sobre sí mismo una fuerza que lo comprime en el volumen de la materia, que es luz con densidad, el momento de equilibrio en una condensación de luz. Al hacerlo genera automáticamente una fuerza contraria que intenta soltarse de su forma comprimida resultando en el tiempo y el movimiento.
La vida es un proceso de perfeccionamiento y multiplicación de la conciencia sin pasiones animales ni limitaciones materiales. El universo y su esencia, el ser humano, evoluciona hasta la conciencia absoluta. Su destino divino es llegar a ser un ente espiritual supramental.
El momento en que cada ser espiritualiza la materia dejando atrás su animalidad original transformándose en un ente sin limitaciones, consciente de todas las vidas que vivió en diferentes etapas y estados adquiridos en dirección a grados cada vez mayores de conciencia hasta llegar al nacimiento de la iluminación interior, un proceso de auto-transformación que abandona el peso muerto de la subconsciencia hacia la luz de la conciencia adquirida, lejos de las limitaciones y los deseos materiales, abandonando así el ciclo cósmico de la reencarnación.
Un proceso mediante el cual el espíritu humano evoluciona después de muchas vidas a través de las emociones superiores, de la inspiración y de la intuición, y alcanza para siempre la conciencia superior en una escala superior de la realidad, la puerta dimensional que lo lleva encima de las jerarquías del universo, el paso hacia la inmortalidad y la conciencia permanente cuando comprende la razón de su existencia y las fuerzas fundamentales del universo.
Este camino evolutivo perfecto tiene 7 fases determinadas por la sabiduría acumulada, la frecuencia con que vibra y la cantidad de energía vital que puede procesar. La sabiduría alcanzada es resultados de la verdades comprobadas en cada vida, lo que permite pasar cada vez más tiempo en un estado de paz interior y con ello aumentar gradualmente la frecuencia de vibración, la cantidad de energía vital que puede procesar y distribuir en su sistema nervioso, y cada vez usar un nivel superior más alto entre los siete centros localizados en la columna vertebral para captarla, y el aurea o campo electromagnético individual crece proporcionalmente hasta alcanzar la luz que ilumina su conciencia, le hace entender la importancia de la neutralidad de propósito perfecto, y renace en espíritu de conciencia permanente e inmortal.
A una escala superior, las estructuras que organizan la vida y el desarrollo de la humanidad sufren destrucciones periódicas. Al final de cada ciclo cósmico grandes hecatombes destruyen todo lo construido en la Tierra. Eso es parte de una proceso divino para permitir nuevas expresiones que logren encontrar diferentes maneras de sentir el universo.
Es como si el cuerpo de la humanidad muriera cada 25.920 años para renacer en una forma más perfecta, así como acontece con el ser humano, pero en la escala colectiva de una mente mayor, siendo el ciclo más importante para la humanidad.
El universo es un fabricador de conciencias sometidas a una serie de procesos lineales. Así, el ser humano encarna sobre la Tierra que gira alrededor de una fuente de energía radiante. A su vez, el sistema solar gira entorno al sol central de la galaxia, una fuente mayor de energía radiante de múltiples campos cósmicos.
Palabra convertida en imagen, lo que vale para el universo vale para el ser humano, un modelo en escala universal que al entenderse a sí mismo, puede encontrar verdades superiores y deducir aspectos de la realidad a través de los opuestos. Todo existe en una gran mente. Somos pensamiento divino con capacidad para generar nuestro propio pensamiento, la conciencia que percibe el espacio-tiempo.
Existe una sola conciencia en el universo. En ese estado el ego se encuentra con el yo superior, el tiempo desaparece y una paz interior satura la permanencia en la nada. El ser humano que nace en la carne renace en espíritu, yendo de la animalidad original a la espiritualidad eterna, de la conciencia temporal a la permanente, de la mortalidad a la inmortalidad que hace el ego desaparecer para siempre y con ello el ciclo de reencarnaciones como momento final en esta escala de la realidad.
Solo se obtiene el conocimiento y la evolución de manera individual. Las fuerzas opuestas existen para modelar la conciencia y aprender con el resultado de las propias decisiones, los dos extremos del camino del perfeccionamiento. Cuando no existe la conciencia y el libre albedrío son necesarios los instintos, las conductas y las reacciones automáticas para defender y generar la vida.
A fin de avanzar en el camino espiritual es necesario construir una voluntad inquebrantable ante las fuerzas del destino al que todo ser humano está sometido, hacerlo de manera consciente, auto-controlando los temores y las pasiones; poder hacer y abstenerse es poseer un doble poder.
Mantener pensamientos de satisfacción determina que el tiempo presente es el único en que se puede decidir y actuar, confiando en la armonía del universo.
La realidad es producto del pensamiento, un fenómeno oscilatorio de agitación. El control consciente de los instintos automáticos y la permanencia en el presente son el paso a niveles de mayor paz y felicidad. Salir de la mente es entrar en la conciencia.
El camino evolutivo comienza con el control de los centros inferiores, cuando las conductas automáticas se hacen conscientes. El ser humano es un animal hasta controlar esas conductas automáticas generadas por los instintos que permiten procrear, defender y mantener la vida.
Los instintos son una limitación para la realización espiritual superior. Por ello es fundamental reconocer los deseos como una respuesta a la carencia para mantener la vida mediante sentimientos polarizados que agotan la energía vital y esclavizan al ser en las bajas frecuencias de vibración.
Entre el materialismo sensual y la consciencia espiritual, entre la luz y la oscuridad, entra la dualidad masculina y femenina de iguales entre sí, está lo neutro en medio a la polaridad de la espiritualidad humana responsable de construir el orden trascendente y la perfección eterna.
El Dios único que está en Todo tiene una parte masculina con información absoluta que emite la voluntad creadora, y una parte femenina de substancia homogénea que genera amor, éxtasis, intuición y las emociones superiores que dan lugar al arte, lo que determina el equilibrio existente en la energía manifiesta en movimiento, el fuego multiplicador de todo lo creado, extensión de la causa primera en un universo divino.
La acción de este fuego radiante sobre sí mismo en la substancia original se materializa accionado la densidad que genera los mundos diferenciados en el espacio de fuerzas evolutivas fundamentales y opuestas que luego volverán a tornarse espíritu.
Diversas combinaciones matemáticas producen distintas estructuras vibratorias que transforman la materia percibida con capacidad de multiplicarse bajo los principios masculino y femenino del Dios único que crea el ser humano a su imagen y semejanza, con una mente consciente y libre albedrío capaz de modelar, construir y buscar la sabiduría en un proceso evolutivo fundamentado en la dualidad que lleva muchas vidas.
La Teoría Unificada de la Realidad determina que el Todo vital es energía y conciencia.
La energía de alta vibración de la conciencia pensante se llama energía taquiónica. El Todo gesta la vibración, el ritmo que contiene todo lo existente.
La alteración de los ritmos es producida por el cambio de equilibrio entre las fuerzas polarizadas fundamentales. Al aumentar su vibración los elementos se transmutan hacia la conciencia.
La conciencia experimenta cada sensación dos veces; la primera con los sentidos exteriores, y la segunda con los sentidos internos. Así el ser experimenta situaciones que corresponden con su nivel de comprensión del universo.
Aquello en lo que cree y su libre albedrío le hacen responder a cada situación permitiendo aprender, resultado de la comparación, transforma y amplía la conciencia, haciéndole reencarnar en un nivel espiritual superior. La muerte del cuerpo es sólo el paso que libera el espíritu para conducirlo a una nueva experiencia.
La unidad estructura el universo. La materia de todo está formada de una substancia única de espíritu condensado. Los elementos se diferencian por la relación de energía que posean en su interior. La energía negativa o generadora condensa el espíritu en materia. La energía positiva o generada lo hace vibrar de vuelta al espíritu.
El universo se mueve porque la energía fluye del polo generador al polo generado, por la relación de fuerza contenida en su composición. Ahí donde los polos se ponen en contacto se manifiesta la fuerza.
Una fuerza de polaridad negativa comprime la substancia etérica sin forma hasta densificarla en un volumen esférico que se condensa en materia rotatoria vibrante que genera campos eléctricos, electromagnéticos y gravedad.
El Sol es el símbolo físico de Dios, la fuerza negativa generadora de vida, la libre energía y la substancia única espiritual. El Sol es el corazón del sistema del que emanan la fuerza y la energía vibratorias que propician la vida. El Sol es el centro del que irradia la energía vibrante que es captada por la red energética que al hacerlo produce una carga complementaria de polaridad contraria que al interactuar se transforma en la masa del planeta donde se asienta la diversidad de la vida.
La energía generada se organiza en una red patrón de desarrollo divino conteniendo todo lo viviente, el código genético que transmuta el ser consciente del universo, la mayor de todas las energías.
La energía dual y polar tiene muchas formas de manifestación: magnética, eléctrica, gravitatoria, el espectro de luz visible, la vibración y la densidad. Todas complementarias, conforman la Unidad del Todo en que se relacionan las fuerzas fundamentales manifestadas que transforman la energía en masa convirtiéndola en volumen con peso.
La relación armónica de dichas fuerzas fundamentales modifica y caracteriza la substancia única original en distintos elementos. A mayor fuerza negativa más densa se hace la materia, más átomos forman parte de su composición. Las dos fuerzas polarizadas se organizan en puntos de equilibrio armónicos que dan lugar al color, densidad y comportamiento químico específico. Las distintas formas de vibración producen diferentes densidades y distintas formas de materia.
La energía en todas las partículas evoluciona haciéndose cada vez más consciente, desde la densidad mineral hasta llegar a la mente para transmutarse en energía consciente auto-transformadora. Esto permite la evolución espiritual hacia la perfección del amor.
En la Ilusión de las formas materiales - una ecuación no tiene sentido sino expresa un pensamiento de Dios.
Antes de todo, antes del tiempo, de la materia, la forma y el lugar, Dios estaba en todo y todo estaba en Dios, inefable, infinito, inmutable, imposible. Todo espíritu, todo luz, inmortal, invisible, puro, sabio, justo y bueno.
Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, con su misma capacidad de creación y conciencia que toma forma en un mundo dual. Los principios fundamentales afirman que el universo existe en la mente de Dios, siendo la realidad un gran sistema donde todo tiene conciencia y está interligado.
El Todo es mente. El universo es mentalidad múltiple, realidad substancial que se oculta detrás de todas las manifestaciones y apariencias de lo percibido como materia, vida y energía, quien es espíritu en sí mismo incognoscible e indefinible; una mente infinita, universal y viviente, creación mental del todo en que vivimos y tenemos el ser, y lo que explica la energía y la materia subordinadas a la mente.
´Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente´. Dhammapada.
La conciencia y la presencia siempre suceden en el ahora. Sin embargo, la paradoja es que el universo es y sin embargo no es, lo que indica la naturaleza ilusoria de las cosas finitas, ya que solo lo que está en la naturaleza infinita del Todo es real.
Todo lo que existe surge de la luz y la luz surge del todo creado basado en el orden. La ley gobierna el espacio en el que habita lo infinito. Surgidos del equilibrio los grandes ciclos se mueven en armonía hacia el resplandor del ser..
Más allá de cualquier cosa y esencia, el Todo es espíritu en cambio. Ilusión e irrealidad. No obstante, el universo, sus leyes y fenómenos son tan reales como el hecho de estar en un estado transitorio siempre cambiante y por consiguiente desprovisto de realidad substancial, aunque estamos obligados a vivir como si la ilusión aparente de lo percibido fuese real en lo que concierne a nuestras vida y obras en el plano material de los sentidos.
La vida es un proceso diseñado por Dios para ampliar la conciencia hasta su perfección. Por ello es espíritu hasta comprender que el amor no tiene polaridad, que es neutro como Dios. La fortuna conectada al todo del que somos parte: vida y muerte en aceptación de nuestra intrascendencia,
Los enormes ciclos de tiempo en que se dividen las eras según el zodiaco permiten que un ser humano reencarne sucesivamente para subir en la jerarquía del universo, a fin de vivir experiencias que le permitan adquirir sabiduría y compresión. En este universo de contrastes, solamente a través del equilibrio entre la luz y la oscuridad, al compararse los extremos de la dualidad, se puede encontrar la unidad.
El lugar en que se encarna y experimenta tiene dos extremos polarizados opuestos, entre el todo y la nada, entre lo manifiesto y lo no manifiesto. A lo largo de numerosas vidas, contrastando los extremos, se entiende que la verdad está en el centro, en la neutralidad, que Todo es Uno y Uno es Todo.
El sonido de la creación: Todo vibra, desde la materia más densa al espíritu puro. Es la frecuencia de vibración de las partículas constitutivas de la energía que determina los diversos estados de la realidad, la densidad de la materia, la mente y la alta vibración del espíritu. Cuanto mayor la frecuencia de vibración, más elevado el nivel de conciencia y de información.
Dar e irradiar es la característica vibratoria del espíritu. Vida tras vida el ser humano sube de nivel y entiende que en el universo dual de circunstancias contradictorias lo único que no tiene polaridad es el amor y conoce la razón de su existencia. Un largo proceso evolutivo que transmuta la conciencia de un ser temeroso e ignorante a uno sabio e inmortal.
No hay instantes vacíos. Lo único que realmente importarta es este momento. La mente es un sólo órgano reflejo que reacciona ante todo y llena la cabeza con miles de pensamientos aleatorios al día.
Este plan de aprendizaje concede a cada espíritu un ciclo cósmico de 13 eras zodiacales, un giro completo del sistema solar recibiendo la variada energía radiante de cada una de las constelaciones por las que transcurre la Tierra en su órbita galáctica determinada por el movimiento inverso de precesión. Durante 25.920 años reencarna 700 veces en diferentes cuerpos, lugares, circunstancias, condiciones y personalidades. El Año Cósmico permite la transformación de la materia en espíritu.
La Esfinge de Giza es la más grande obra de arte creada sobre la Tierra, una estatua que ha permanecido incólume a través de los siglos. Tallada sobre una sola pieza monolítica, es un símbolo imperecedero de localización precisa que revela los movimientos astrológicos registrados hace miles de años por antiguas civilizaciones avanzadas.
Resulta un reloj cósmico que marca los ciclos mayores del sistema solar en la galaxia. El tiempo cero es el inicio de una nueva civilización tras el último diluvio ocurrido hace aproximadamente 13.000 años, una destrucción cíclica que acontece cada Año Cósmico, Gran Año o Año Platónico.
La Esfinge, situada es un punto diamagnético muy especial de la Tierra, mira hacia el este desde la planicie de Giza al norte de Egipto, también conocida como Rostau, junto a las tres pirámides emblemáticas que se construyeron después.
Su cuerpo de león con cabeza humana descansa en una línea paralela al ecuador a 30 grados de latitud y longitud, casi exactamente sobre el meridiano que cruza los polos norte y sur. Cuando se la erigió su mirada apuntaba a las estrellas del signo zodiacal de Leo, la constelación que atravesaba el sistema solar aquel momento, confirmando su simbología y localización exacta.
Los astros marcan los ciclos en las diferentes escalas del universo. La vuelta del sistema solar alrededor de la galaxia determina la duración de las estructuras físicas que sustentan la organización humana, pues a cada 25.920 años ocurre un cataclismo que dar lugar a un nuevo desarrollo y una posibilidad diferente de organización.
El camino del perfeccionamiento de la ignorancia a la sabiduría es individual. En cada vida se aprende algo distinto, cada vez se nace de diferentes maneras por la fuerza que irradian las estrellas, cada vida es un paso necesario que acrecienta conocimientos. Así, cada ser vivo cumple un ciclo cósmico recibiendo energía de las trece constelaciones y de los ciclos que marcan los ritmos y producen estados diferentes.
Los ojos son el sentido del sol, el origen de la vida, perceptores de la fuerza que condensa el espíritu en la materia dando lugar al universo, el lugar de experimentación de la conciencia. Los ojos son la dualidad misma en un mundo de contrastes entre partes opuestas. Captan la energía luminosa de la realidad, la conciencia inmortal que todo lo sabe y todo lo ve.
Conciencia emergente, vida tras vida el ser humano experimenta el destino que le corresponde y una serie de circunstancias al relacionarse con los otros. La reencarnación lo transforma poco a poco en un ser tolerante que alcanza sentidos y poderes, quien comprende que todos tienen una misión, que todo lo que ocurre es perfecto, que los contrastes existen para la comprensión del universo, y encuentra la felicidad volviéndose un ser invulnerable.
La reencarnación transforma un ser humano primitivo y casi animal con una conciencia temporal limitada, en un super humano inmortal de conciencia permanente que puede entrar y salir voluntariamente de la materia.
El ser humano en tránsito tiene más que una vida. La muerte es apenas una puerta para cambiar las circunstancias y recibir otro destino. Cada vida es una lección diferente en el proceso de perfeccionamiento del ser para llegar tarde o temprano a través del respeto y la paz interior a la inmortalidad.
El espíritu es la fuerza que genera la vida, el momento en que la voluntad de Dios se manifiesta sobre sí misma y condensa su substancia original. Este reacciona creando una fuerza contraria y expansiva que pone al universo polarizado en movimiento. La conciencia es primaria en el universo y la materia es consecuencia de ella.
El espíritu es la substancia original que por su propia naturaleza determina sobre sí mismo una fuerza que lo comprime en el volumen de la materia, que es luz con densidad, el momento de equilibrio en una condensación de luz. Al hacerlo genera automáticamente una fuerza contraria que intenta soltarse de su forma comprimida resultando en el tiempo y el movimiento.
La vida es un proceso de perfeccionamiento y multiplicación de la conciencia sin pasiones animales ni limitaciones materiales. El universo y su esencia, el ser humano, evoluciona hasta la conciencia absoluta. Su destino divino es llegar a ser un ente espiritual supramental.
El momento en que cada ser espiritualiza la materia dejando atrás su animalidad original transformándose en un ente sin limitaciones, consciente de todas las vidas que vivió en diferentes etapas y estados adquiridos en dirección a grados cada vez mayores de conciencia hasta llegar al nacimiento de la iluminación interior, un proceso de auto-transformación que abandona el peso muerto de la subconsciencia hacia la luz de la conciencia adquirida, lejos de las limitaciones y los deseos materiales, abandonando así el ciclo cósmico de la reencarnación.
Un proceso mediante el cual el espíritu humano evoluciona después de muchas vidas a través de las emociones superiores, de la inspiración y de la intuición, y alcanza para siempre la conciencia superior en una escala superior de la realidad, la puerta dimensional que lo lleva encima de las jerarquías del universo, el paso hacia la inmortalidad y la conciencia permanente cuando comprende la razón de su existencia y las fuerzas fundamentales del universo.
Este camino evolutivo perfecto tiene 7 fases determinadas por la sabiduría acumulada, la frecuencia con que vibra y la cantidad de energía vital que puede procesar. La sabiduría alcanzada es resultados de la verdades comprobadas en cada vida, lo que permite pasar cada vez más tiempo en un estado de paz interior y con ello aumentar gradualmente la frecuencia de vibración, la cantidad de energía vital que puede procesar y distribuir en su sistema nervioso, y cada vez usar un nivel superior más alto entre los siete centros localizados en la columna vertebral para captarla, y el aurea o campo electromagnético individual crece proporcionalmente hasta alcanzar la luz que ilumina su conciencia, le hace entender la importancia de la neutralidad de propósito perfecto, y renace en espíritu de conciencia permanente e inmortal.
A una escala superior, las estructuras que organizan la vida y el desarrollo de la humanidad sufren destrucciones periódicas. Al final de cada ciclo cósmico grandes hecatombes destruyen todo lo construido en la Tierra. Eso es parte de una proceso divino para permitir nuevas expresiones que logren encontrar diferentes maneras de sentir el universo.
Es como si el cuerpo de la humanidad muriera cada 25.920 años para renacer en una forma más perfecta, así como acontece con el ser humano, pero en la escala colectiva de una mente mayor, siendo el ciclo más importante para la humanidad.
El universo es un fabricador de conciencias sometidas a una serie de procesos lineales. Así, el ser humano encarna sobre la Tierra que gira alrededor de una fuente de energía radiante. A su vez, el sistema solar gira entorno al sol central de la galaxia, una fuente mayor de energía radiante de múltiples campos cósmicos.
Palabra convertida en imagen, lo que vale para el universo vale para el ser humano, un modelo en escala universal que al entenderse a sí mismo, puede encontrar verdades superiores y deducir aspectos de la realidad a través de los opuestos. Todo existe en una gran mente. Somos pensamiento divino con capacidad para generar nuestro propio pensamiento, la conciencia que percibe el espacio-tiempo.
Existe una sola conciencia en el universo. En ese estado el ego se encuentra con el yo superior, el tiempo desaparece y una paz interior satura la permanencia en la nada. El ser humano que nace en la carne renace en espíritu, yendo de la animalidad original a la espiritualidad eterna, de la conciencia temporal a la permanente, de la mortalidad a la inmortalidad que hace el ego desaparecer para siempre y con ello el ciclo de reencarnaciones como momento final en esta escala de la realidad.
Solo se obtiene el conocimiento y la evolución de manera individual. Las fuerzas opuestas existen para modelar la conciencia y aprender con el resultado de las propias decisiones, los dos extremos del camino del perfeccionamiento. Cuando no existe la conciencia y el libre albedrío son necesarios los instintos, las conductas y las reacciones automáticas para defender y generar la vida.
A fin de avanzar en el camino espiritual es necesario construir una voluntad inquebrantable ante las fuerzas del destino al que todo ser humano está sometido, hacerlo de manera consciente, auto-controlando los temores y las pasiones; poder hacer y abstenerse es poseer un doble poder.
Mantener pensamientos de satisfacción determina que el tiempo presente es el único en que se puede decidir y actuar, confiando en la armonía del universo.
La realidad es producto del pensamiento, un fenómeno oscilatorio de agitación. El control consciente de los instintos automáticos y la permanencia en el presente son el paso a niveles de mayor paz y felicidad. Salir de la mente es entrar en la conciencia.
El camino evolutivo comienza con el control de los centros inferiores, cuando las conductas automáticas se hacen conscientes. El ser humano es un animal hasta controlar esas conductas automáticas generadas por los instintos que permiten procrear, defender y mantener la vida.
Los instintos son una limitación para la realización espiritual superior. Por ello es fundamental reconocer los deseos como una respuesta a la carencia para mantener la vida mediante sentimientos polarizados que agotan la energía vital y esclavizan al ser en las bajas frecuencias de vibración.
Entre el materialismo sensual y la consciencia espiritual, entre la luz y la oscuridad, entra la dualidad masculina y femenina de iguales entre sí, está lo neutro en medio a la polaridad de la espiritualidad humana responsable de construir el orden trascendente y la perfección eterna.
El Dios único que está en Todo tiene una parte masculina con información absoluta que emite la voluntad creadora, y una parte femenina de substancia homogénea que genera amor, éxtasis, intuición y las emociones superiores que dan lugar al arte, lo que determina el equilibrio existente en la energía manifiesta en movimiento, el fuego multiplicador de todo lo creado, extensión de la causa primera en un universo divino.
La acción de este fuego radiante sobre sí mismo en la substancia original se materializa accionado la densidad que genera los mundos diferenciados en el espacio de fuerzas evolutivas fundamentales y opuestas que luego volverán a tornarse espíritu.
Diversas combinaciones matemáticas producen distintas estructuras vibratorias que transforman la materia percibida con capacidad de multiplicarse bajo los principios masculino y femenino del Dios único que crea el ser humano a su imagen y semejanza, con una mente consciente y libre albedrío capaz de modelar, construir y buscar la sabiduría en un proceso evolutivo fundamentado en la dualidad que lleva muchas vidas.
La Teoría Unificada de la Realidad determina que el Todo vital es energía y conciencia.
La energía de alta vibración de la conciencia pensante se llama energía taquiónica. El Todo gesta la vibración, el ritmo que contiene todo lo existente.
La alteración de los ritmos es producida por el cambio de equilibrio entre las fuerzas polarizadas fundamentales. Al aumentar su vibración los elementos se transmutan hacia la conciencia.
La conciencia experimenta cada sensación dos veces; la primera con los sentidos exteriores, y la segunda con los sentidos internos. Así el ser experimenta situaciones que corresponden con su nivel de comprensión del universo.
Aquello en lo que cree y su libre albedrío le hacen responder a cada situación permitiendo aprender, resultado de la comparación, transforma y amplía la conciencia, haciéndole reencarnar en un nivel espiritual superior. La muerte del cuerpo es sólo el paso que libera el espíritu para conducirlo a una nueva experiencia.
La unidad estructura el universo. La materia de todo está formada de una substancia única de espíritu condensado. Los elementos se diferencian por la relación de energía que posean en su interior. La energía negativa o generadora condensa el espíritu en materia. La energía positiva o generada lo hace vibrar de vuelta al espíritu.
El universo se mueve porque la energía fluye del polo generador al polo generado, por la relación de fuerza contenida en su composición. Ahí donde los polos se ponen en contacto se manifiesta la fuerza.
Una fuerza de polaridad negativa comprime la substancia etérica sin forma hasta densificarla en un volumen esférico que se condensa en materia rotatoria vibrante que genera campos eléctricos, electromagnéticos y gravedad.
El Sol es el símbolo físico de Dios, la fuerza negativa generadora de vida, la libre energía y la substancia única espiritual. El Sol es el corazón del sistema del que emanan la fuerza y la energía vibratorias que propician la vida. El Sol es el centro del que irradia la energía vibrante que es captada por la red energética que al hacerlo produce una carga complementaria de polaridad contraria que al interactuar se transforma en la masa del planeta donde se asienta la diversidad de la vida.
La energía generada se organiza en una red patrón de desarrollo divino conteniendo todo lo viviente, el código genético que transmuta el ser consciente del universo, la mayor de todas las energías.
La energía dual y polar tiene muchas formas de manifestación: magnética, eléctrica, gravitatoria, el espectro de luz visible, la vibración y la densidad. Todas complementarias, conforman la Unidad del Todo en que se relacionan las fuerzas fundamentales manifestadas que transforman la energía en masa convirtiéndola en volumen con peso.
La relación armónica de dichas fuerzas fundamentales modifica y caracteriza la substancia única original en distintos elementos. A mayor fuerza negativa más densa se hace la materia, más átomos forman parte de su composición. Las dos fuerzas polarizadas se organizan en puntos de equilibrio armónicos que dan lugar al color, densidad y comportamiento químico específico. Las distintas formas de vibración producen diferentes densidades y distintas formas de materia.
La energía en todas las partículas evoluciona haciéndose cada vez más consciente, desde la densidad mineral hasta llegar a la mente para transmutarse en energía consciente auto-transformadora. Esto permite la evolución espiritual hacia la perfección del amor.