lunes, 12 de mayo de 2014

Serga de un desencuentro.

Travesía a ultranza.
Puesto a cuestión, cada quien sucumbe a su propia ley de amores y odios.
Conatos de guerra sucia que dijeron civil y fue tragicómica. Alguien juró por su pierna perdida en combate -consta en el certificado de baja 13132juhju- firmado por el mayor de caballeriza Paco Tovares, que le dieron un rifle dañado para defenderse y que luego obligado a conocer la selva sobrevivió gracias al enemigo que lo guardó en prisión.
Aquel tremebundo inicio de siglo en un estado interno de inseguridad crónica, pestes hepáticas diezmaban un pueblo incendiario gobernado por piratas, viva la patria podrida de enferma. El último golpe de estado tenía dos meses, había sido contra un gobierno de facto que derribara otro electo democraticamente mediante la vía del fraude. La palabra anarquía no alcanzaba a significar lo que sucedía en semejante republiqueta bananera de gazapo para pasquín bajo el caos de usurpación sediciosa, el gobierno despótico y la codicia.
Imposible es matar la muerte, borrar el olvido y saturar el lenguaje.
Iracema una niña aún cuando a los albores de una nueva era abrió sus ojazos claros de morena insólita. Exuberante como una selva nativa en éste mundo que hacía poco empezara a introyectar. Tomaba entre sus manos con infantil pasión una muñeca artesanal de largos caballos crespos y la peinaba largamente, rasgos acariciantes de aquella ternura esquiva en lánguidos pasillos de tambo.
Y todo tiene nombre porque nada puede llamarse.
Creció así, rosal florido por colibríes, entre gallos, vacas, ovejas y caballos, junto a ese montón de parias desposeídos en su tierra por una fuerza que es ley. Escondidos allá dentro en los páramos abundantes del patrón dueño de ello hasta donde se canse la vista en el horizonte también suyo. Todo dizque fue de don Armándaro Tachón, artrítico terrateniente heredero único de una proverbial leguleyada que a seguir se desmadeja en más nudos.
- ella mi hizo hombre, yo la hice mujé.
Negociaba lustres y parodias, proscrito disidente en exilio, lego, errabundo montaraz, buen mariano, hedónico caminante de estos valles de altas sierras que se pierden en la mar.
Molestó a  los atrevidos, injuriaba desalmados, entorpecía prohibiciones, concitaba a los culposos y se enorgullecía de jamás haber necesitado vender su tiempo y su trabajo por el dinero que fuera.
- maldito loco, tu boca exhala herejías.
- cuando la realidad se vuelve circular, es porque has creado una prisión para ti mismo.
Dudí Caribú Paleta, Zé Aioio, autor por recopilación de las canciones populares´supersticiones caribes´. Trama de los ventitantos barcos con sus tesoros incalculablemente ajenos a la deriva en lo profundo del océano, incluso aquel galeón con oro guarianex finamente convertido en máscaras ceremoniales, papagayos ligeros, plumas filamentares y cuchillas para labrar la madera más dura, que derivó en el relato oral improvisable ´la histeria del bien y del mal´. Una especie de versión inútil de una tragedia epirota por la lujuria reina de una hermosa mujer en su ocaso, estatuada nada menos que por Praxátiles como la nefanda ante un arroyo de sangrienta corriente helada agua ninfa en belicoso yunque.
Disfrutaba la música, degustó el vino, cortó diamantes y le apasionaban las mujeres. Decía así llevarse de esta vida un tal paterarrechos bien merecido. Nunca hubo lo del dinero abundante pero tampoco tuvo deudas con nadie.
Resulta que un día desrrumbando por ahí su empacho de chicha de mandioca, divisa un pueblo ladeado alrededor de una enorme casona, gente que lo tomó por un maluco iluminado cuando estaba era algo lívido y bastante febril. Otra voltereta con tropiezo agotado por un interminable viaje en diagonal a través del quebrantado país de montes húmedos que acabó desconociendo sin querer, allá de los dominios de la danta, campos de la paradisíaca Palmenares.
Cuando el puma no puede cazar animales sanos se conforma comiendo gente.
Esa noche ardió en delirios. Inagotable su lengua hablaba de la veta prodigiosa. Aquellos ojos tan suyos imaginaban verla y unas manos como propias también creyeron tocar los depósitos de esas enormes pepitas. Remota e imposible una formación de cuevas tectónicas tapizan con escamas de oro y cuarzo de aluvión la pendiente sur-oriental, hacia el poniente de un calmo riachuelo poco torrentoso.
- que está aquí muy cerca... los impostores buscan y jamás encuentran.
- se largan, por fin, se largan. Eufórico a gritos un aldeano anunciaba la partida de los cuatreros que no sabían minar y otra vez desistían por falta de pistas útiles.
Luego de aquel tumulto delirado Ze Aioio durmió su inconsciencia dos días seguidos.
- nada, que estamos peor que al principio. Cavilaba el cardenal recorriendo la sordina de recintos del palacio arzobispal donde sin cualquier resultado se estudió el asunto durante casi un siglo. Bodegas repletas, semejante construcción casi copada con toneles y cajas de mapas, documentos, muestras y registros geológicos. Un desperdicio tajante de millones de pesos, el lucro de más de veinte obrajes encomenderos al traste, un fiasco que además contaba con el apoyo incondicional de las más rancias monarquías coloniales europeas.
Pero que tenía que haber debía, o cómo, toda una existencia creyendo en un rumor confirmado tamaño la catedral que él en persona y su reinado exégeta hubiera podido edificar con tanto esfuerzo, por la puta ramera que parió este mundo paralelo al fracaso, rayos y truenos sin clemencia, absolución o demencia alguna que lo perdone. La suma teosófica ideando construir un maravilloso monasterio sobre las cuevas, el mayor polo manufacturero de custodias legítimamente garantizas contra los mortíferos pecados del ser humano convertido en macho omnisapiente.
Y tan fácil de localizar que apenas cabe en la certeza salvaje de los jíbaros kuanku. Hace tiempo inmemorial sus mitos reconocen la entraña áurea de esa tierra obsidiana.
Ellos dictaminan que es al dios sol que el oro brilla como tal para pulsar desde lo lejano los restos del poder brujo en el abolengo perenne del tótem. Cierra aspas y abre cadenas.
Iracema fue motivo de convalecencia y asunto de salud. Y él, que había frecuentado suntuosos salones, alamedas condales, palacios y burdeles de revista, creyó nunca haber visto criatura más grácil y bonita. Pero así mismo se enamoró de Iracema como un condenado a lo imposible. Despertó en ella eso que fungía latente desde el momento mismo que sus padres la entregaron para esposa de aquel señor tieso de finos modales, descendiente por línea directa del adelantado caballero real don Juan Pardo y Cifuentes, descompensado y pacato fundador de un emporio ganadero y textil de patente monopolista.
Al cabo de tantos años en el campo exclusivamente dedicada a sus cuatro hijas, ella toda era un aluvión al deseo que los abstrajo hasta un niño sin dudas reconocido como suyo por don Armandaro. Una pasional combinación de temperamentos listos a explotar sin prisa ni aviso.
- ya te vas. Y así sin más se les fue sin regreso un largo día marzo.
- me marcho ahora, todavía debo determinar de cuántas maneras más los opulentos pueden divertirse a costa de los miserables.
- ojalá Yolanda que jamás hubiera venido porque en esta vida para nosotras ya nada será igual a pesar de él.
Una equivocación infalible. Fue la necesidad de documentar sus historias que lo condujo a la magna biblioteca de las las extensas colonias donde el sol pone huevos estériles en sueños aburridos, retrato pintado en su soberbio museo imperial, lío cono sur, negreros y bandera albión del saqueo al tesoro que vinieron a ultrajar en las medias vueltas que da la azul magnoesfera.
Por ejemplo, de venganza en matanza fueron y continúan, que las muy famosas revoluciones suceden para cambiar un rey por otro déspota afín, no de gratis el primer monarca relativo en la historia humana tuvo la modestia de llamarse a si mismo ´rey de la totalidad de las cuatro zonas del mundo´, e hizo contar las hazañas y estirpe de sus antepasados en tablillas de oro y plata pero solo para librarnos de saberlo, apenas el barro fácil y común logró transmitir a través del pasado tormentoso algo de tan burdas quimeras.
Hay mucho que es vacío en apariencia y poco que resulta demasiado. Naciones que después de toda aquella riqueza capturada aún procuran otra mayor en lo descomunal de las selvas.
Hasta que una tarde brumosa, oh Fortuna, sin cualquier compromiso con la realidad, los nuevos cruzados quemaron la gran biblioteca. Un cúmulo de conocimientos catalogados ardieron en las llamas hasta dejar sus cenizas a merced del aire. ¿Quién sabrá luego, aunque no le importe a nadie, que fue Cristavalón Patentaris el inventor del heliotróptero submariano y que desencantado con su uso militar le echó un prolijo y sistemático maleficio?
Soplaba discordia el viento aquellos días por todos lados. Una verdad oficial es siempre una mentira calculada en su justa medida.
Sí, la raza blancuzca no sabe comportarse, acabará destrozando el mundo convencida de haber hecho algo de veras grandioso, boyante en una ciencia que somete el planeta a su capricho.
- Escucha Khem, destierra de la Historia a Tartaria y a Tartessos, haz que el Temple resucite...
Mariposa en la tormenta cual insecto zarandeado. El espectro de aquella guerra conmovió los reinos vivientes pero ni siquiera inmutó al bípedo impasible. Apenas si hubo ruego en verso sacro que detenga su hybris circular. Después solo restos de ruinas calcinadas. Así ahora están en el país del artificio los mudisordos testigos de ello enteros, inmóviles y lúcidos en pleno colmo de su locura.
Elementos de un enigma consecuente que al mismo tiempo falta y abastece. Inadaptabilidad cuya asombrosa infrecuencia desafía la incertidumbre más artera.
Variante excusa, fue la única vez que aceptó y solo por ella esa invitación a yantar entre muy principales personajes cercanos al poder. En el menú verduras al ópalo en salsa veneciana, ternera ahumada e higos a la miel agria. Quería verle como sea, hablarle de algo, estar juntos.
Supuso, sufrió la intuición, estuvo varias veces a punto de ir, cuando incomprensiblemente detestó la idea. Bella, rendada, vestida y perfumada, se sintió irreal ante el espejo, cóncavo artificio conjugado sobre el absurdo sin él. Era también el llanto menopáusico de una mujer puérpera. Amaba a las niñas pero el tierno Leónidas tenía lo de buen mozo en su porte certero.
- quién sino tú se hará cargo de nuestra ruina. Rumiaba el viejo postrado por un ataque de gota.
En cambio a partir de aquí da inicio el relato de una mentira más verídica que la verdad que oculta. Capitulación quinta, tersa parsimonia serenísima del libro del tongo ilegalizante.
Menguó otra luna dejando en el rocío la esperma chagra de una potranca macha.
- patrón, es caballa pura.
Madrugaba un día de sol meridiano. Las nieves bajas del Cotasquí le inspiraron llamarla Carambola.
Un séquito de luto acompañó la ceremonia de cuerpo presente con los restos pútridos del último adelantado. Bajo velo Iracema no sentía pena alguna de ese perfecto extraño que enterraron sin mayor pesar en pleno sopor de mediodía. Entre reojos y remordimientos cada quien hizo su parte, mientras la curia tomaba a cargo la mayoría de los bienes y las tierras de don Armandaro, y proseguía la busca luego de eso que jamás encontrarían porque tal vez sólo existía como delirio colectivo. Inmediatamente de consumada la tutela temporal, volvieron con nuevos bríos los cuatreros que aseguraban ser mineros.
Fue desatar los desconocido. Que melancólicas estampidas de caballos fantasmales paseaban relinchando su agobio estrepitoso por las cañadas, o cómo unas extrañas formaciones evanescentes surgían repentinas en las noches oscuras para quemar los chozones de los acampados. Ni que decir de que apariciones espectrales de ponchos vacíos que arrastraban el estruendo de largas cadenas. Hiel medio cundía en veredas y callejones hecho pesadilla o alucinación. Hasta que varios bandidos no cayeron a los abismos contiguos las visones no amainaron. Entonces vino un sangriento motín y el fiasco definitivo para los buscadores de aquel dorado.
- ahora sí que se acabó. Sentenciaba con resignación el cardenal. Había emperre e ira en sus palabras, eran iguales a las de un general derrotado que equivocó la estrategia al pretender dirigir sus huestes desde la segura perspectiva de quien acomoda en un sillón de audiencias sus nalgas obesas para decidir entre las paredes de un palacete barroco idéntico en envergadura a semejante obsesión pusilánime.
Entonces centró toda la furia de la curia frustrada contra aquel guerrero de batallas ajenas que según le mal informaron estaba de viaje por las yermas tierras del sur. Y ofreció una recompensa de mil pesos para el que capturase vivo a quien tildó de ´infame bedel y mercenario´. Veinte fanfarrones sufrieron un caústico sermón regalado de armas, pasaportes oficiales, dinero y vituallas para tamaño cometido. No obstante, bajo el balcón de forja árabe más temores que esperanzas tornaban patética la figura del prelado, que seguía con una mirada indescifrable a ese grupo de matones sin presa posible. Dudí Paleta, camuflado como otro esbirro del cardenal, aplicaba por fuero ajeno la última instancia a la sentencia con recursos propios de charlatán de oficio. Pero apenas era seducir la ley divina con un desplante irreverente.
Mientras tanto, la algarabía acampaba festejos indios junto al vado de los donaires. Aquel mestizo de ojos nostálgicos llegó para vivir entre ellos y perderse allí.
El brujo Ikawa reveló a su pueblo que el forastero venía enviado hacia el nantar de las luciérnagas, y que de tal suerte se renovaba pasajera alguna próxima prosperidad para los kuankus.
- sepa esa gente que nuestra nación es profunda como la tierra que la sustenta e intocable el espíritu del volcán donde el tayuo aún descansa. Palabras de Veloz-lluvia-de-ríos enseguida convertidas en tormenta y más selva.
Intentar tal abstracto ni un segundo más fue lo crucial, sobre todo cuando por obra del acaso resultó un juego donde se ganó perdiendo.
Con la rapidez de un domador de fieras baraja el tarot, sobrio pero bebiendo licor hasta acariciar aquel pensamiento embriagante, desea, come un bocado de coco, dice de un truhán muy peligroso que recorre el sendero equivocado, le lanza entre la bruma una ojeriza burlona que al percibirse es una ecuación animal, repite tal amago, separa los tics, espera y reparte.
Recae en el rey de sotas naipe del selectísimo clero petulante criado en los subterráneos machorros de la pontificia escuela propagadora ecuménica de la retórica del insomnio latino, según una fórmula ultra infalible: inversión mas similitud es a solaz como entre torio si bajo un diámetro igual a los activos en redondo. Es decir, nosotros somos los buenos porque ellos son lo malo. Y eternamente por siempre así sea.
Vómitos incoercibles de ahogos húmedos con diarrea ácida que después de escaldar el escroto le provocaron una obnubilación terminal con escarnio maníaco. Demasiados escrúpulos envenenan hasta las misma certezas de menos. Hubo fallecido don Teodoro Mutriagui Buitrón y con él un punto que encontró cientos de veces pero que jamás halló.
Una obra filosofal que burlaba cualquier interpretación porque los polos contrapuestos del misticismo metafísico y la realidad fantasiosa se nutren intermedios en los ambages de la ambigüedad y los insanos alardes cual tonos inagotables congelados a medio grado del punto de fisión de un átomo antiséptico de mercurio gaseoso.
Bastó un veredicto insidioso para hacer humo fatuo décadas de minuciosa y sacrificada labor. Tarántulas, escorpiones y otras ponzoñas insidiosas, además de pequeñas serpientes pelonas anidaron plaga en los sótanos en los sotanos y bodegas del palacio arzobispal aun mucho después que el uso sistemático de venenos casi acabra de vez con la peste y con todo lo rodeaba la edificación colapsada. Y quien olvidara aquella misa vespertina cuando el obispo Soto Camareta concelebrando el día de los difuminados fue picado en plena calva por uno de aquellos asquerosos bichos escondido en los pliegues de su mitra timocrática. Qué grito de horror profirió el desgraciado. Alaridos de pánico que desmayaron una seguidilla de por lo menos media docena de beatas castrenses.
Informe sin formatos. La industria electorera ha sobre producido al menos trescientas mil de demagogia al año, difundido con efectos persuasivos medias tintas de purgas convenientes, acabando por remorder y oxidar toda su tremenda maquinaria burocrática al punto que es preferible usar una completamente nueva a heredar algo de esa antiquísima chatarra espeluznante manejada por haraganes ue juran lo que imparten para sino prohibir, castrar y someter.
Ocurre la censura clerical. Se apresa. Dudí Paleta es deportado bajo acusaciones de exordio sedicioso. Otro exilio forzado para una cuenta perdida. Así excitado piensa, desconfía, dice cualquier cosa, harto ya de semidioses endilgados, sacerdotes intrigantes, políticos de insulto, generales invencibles, heteras capciosas e inquisiciones ad honorem.
Retornar obligado un sinsentido. El viaje en galeras le fue insoportable. Hubiese preferido lo que sea al desenlace que le siguió a esa inminente calma de naufragio desatado que bogaba entre los elementos para por fin matarlo. Era ya noche cerrada. Había un duro gris de estrellas pintado de luna nueva cuando un peñasco inabarcable partió la nave. Dudí Paleta, Ze Aioio, plantaba desde ya su muerte anclado al fondo pedregoso, ahí mismo donde todavía braman y palpitan en imponente anónimo cada uno de sus inefables personajes relegados al recuerdo en una tumba marina.
Palabras entre la paradoja de cuestiones que fueron la versión de una vida inconclusa bastante difusa y todavía interrogable. Péndulo de fimbrias plagadas de temporal con apuros tan pacientes que resultaron en una protagónica serenata imaginaria de sirenas a un desmedido zíngaro de estoria. Ahí donde paira el sol en lo profundo del mar, fugaz e invicto pasajero del universo en constante trasmutación de esencias cuando el resto de la trama se diluye al agua sal.
Siesta y partitura final. Inmersión geotermodinámica fortuita. Favor apague cigarros, pipas, chimbos, charutos y demás materiales inflamables.
Singular mota huracanada por Catapum Catapulta. Obreras aligeran varios andamios de vértigo desvistiéndose a la moda.
Murga de combos, panderetas. bombos y guitarras marcan el compás. Su ritmo desparrama las caderas armónico, orgiástico, avisperos de abejas reinas seduciendo un macho que cabalga en mimo ladera arriba sobre ellas. Éxtasis menguante y final de celebración. Tijeretazo. Melodía rebelde tipo multa descalificada como trova subversiva y salvaje impropia para consumo masivo.
Video ejemplos. Escena 15.  Una tribu de jíbaros caníbales careados y condenados a la gripe se almuerzan varios misioneros. Queda a la vista en plano lateral la tzantza intelectual de un caucásico típico. O escena 19 con efectos espectrales a láser, cuando en retaliación 4 toneladas de bombas químicas caen sobre el horizonte selva adentro. No se ve pero se siente que cientos de hectáreas biomegadiversas tardarán mucho en albergar algún tipo de vida. Sería la desaparición con pavor de más de dos mil especies de florofauna incluidas bandadas de quetzales y trigrillos únicos en su especie. Además, para el país anfitrión un importante saldo comercial incautado mientras esos idólatras viscerales no contactados son procesados en ausencia y luego consecutivamente firmen una rendición definitiva e incondicional al vencedor oficial que les llevó la civilización reconvertida en fuego macabro de plomo ultra pesado.
Inventado pues un gigantesco enano monstruoso de horrendas y escalofriantes fauces nucleares ansioso por apretar el gatillo en medio de abundantes síntomas internacionales de pesimismo aún entre los más optimistas que contrasta sin combinar ni convencer.
Basta, sobra y se desborda. Homenaje a los itinerantes de la farsa. Las extorsivas y muy legales razones del dominio absoluto. Una plática trascendente transfigurada por varias de las más caras damas de ese mundillo especulador, frívolo y ostentoso en un lujoso salón decorado con suntuosas lámparas de cristal cortado, satines y modernismos al tono. Fuera, a la intemperie, ochenta méndigos críos babean una limosna. Más allá, un elocuente coro de ebrios lanzan discursos a la indiferencia en el parque de los desolados. Nadie escucha sus chifladuras pero ellos festejan incansables e inoportunos.
Llegada la hora a su momento menos crítico, cuando el desenlace lleva por clave cualquier final, que no quepa de quienes si son las dudas. Naciones en depresión beligerante donde se respira desorden por doquier, aunque sean parte de una clasificación inabordable o el antónimo de lo mismo con otro nombre, porque es así como se teje una trama de causalidades.
Pudo ser distinto o tal vez ninguno, aun cuando el acaso no escoge las pruebas que se tornan trucos. Pasmo de esclavos roídos en la baraja al tiempo del mesianismo imperante que exige selvas, montañas y mares sometidos a un bípedo genuino de dudosa envoltura gregaria, y hubo dicho mujer fatídica tu grandeza es tal que esa facha se extiende hasta el infierno donde mora el último falso profeta.