martes, 15 de abril de 2014

En el lenguaje de los tambores

Legado cipotudo. Sin hojas delata. Ambiguo. Hoy nadie lo sabe, menos los sabios que cualquier intruso. En un desaforado ensayo trascendentemente inaudito replica la doctrina del sincretismo de anales vernáculos forjada contra una tradición solipsista y apócrifa. Libreto sobre lo espontáneo de la verdad e historieta a medio reír.
El hecho en sí mismo sugiere que tienen alma de vasija que retumba y el son de un cráter bombástico. Incluso bordan todo aquello que de pronto se olló no obstante después podrá volver a verse hasta donde haya memoria infiel que lo recuerde.
La torsión del fulano mantiene viva la trama, o en su defecto concibe mejores modos, en tanto como baraja hace los senderos escabrosos.
Sacúm. Vuelo de quetzal, el árbol pájaro que nunca posa, dios cautelar, alma en celo de serpiente voladora. Heras y molfas. Plegaria del beso de la muerte en noche de amores animales. Cuna legendaria de la luna roja, la sin quebranto.
Otra cronología por antigüedad o pragmatismo en bandolera determina un recurso de trasfondo lineal que aporte diversas operaciones a seguir dentro de cierta perspectiva sistemáticamente artificiosa. Conocer precisos tan variados aportes cabalísticos siquiera documentados sería igual a narrar una profusa historia según condiciones abiertas de censura previa, algo que siempre ocurre cuando se trata del idioma sonoro. Mas ese lenguaje es libre, pertenece al viento, vuela hecho pájaro y modula bajo la lluvia.
Melcocha. Un susurro con sabor a dedo anular brota magia de sentidos saturados con almíbar salvaje.
Ante tamaña magia impía que guardan algunas bibliotecas sonoras no codificadas cabe estatuir las siguientes:
* Uara. Clara como el agua turbia. Para decir que no existe inventaron la hache.
* Derecho siniestro. Jamás robó nada que no haya sido suyo.
* Volición presuntiva. Gigantismo.
* Kachumbambeo. Al revés de curvas largas y rectas cortas.
* Aquella naturaleza implacablemente instintiva.
* El único ser vivo como se teoriza en la academia la evolución natural dominante.
* Retozo que boga cabo flamingo.
Réquiem por una viuda virgen. De improviso, como quien se lo sospecha, regresa por el camino costanero hacia otra playa. Estaba en eso cuando por casualidad, entre un bajío y alguna loma, admira el mangle. Tranquilo, dichoso, uniforme. Allí del verde recompuesto a su más fantástica pureza. Luego ya ni nota la sombra voraz de los buitres sobre el peñón contiguo.
Tintura pues haciendo música de tambor, sin embargo ella no se detiene, dice que labora mientras induce, breza, carda y teje, a veces hasta una polifonía propia cuya escala desarrolla ritmos donde apuntala su base dramática de registro impar.
Aquel legajo estuvo en una botella con espíritu y odor a ron antillano durante tres siglos y algunos cuantos años más. Paró bajo un puente a punto caerse después que diera una inmensa vuelta por el océano de las maravillas, casi en el mismo lugar del estero donde fuera lanzada aquella tarde ahora semejante a cualquier ocaso así de antiguo.
Les dio gusto enseguida, se retiró del espectáculo, bastaba para siempre, prefería la tranquilidad mundana al éxito escénico, hizo buena su vez en el periplo de las pasiones desafinadas. Pero si la querían lejos de todo tendrían que matarla, ella no pensaba en suicidarse, era el vacío y lo sabía. A tí, mujer brutal.
Un estorbo ajeno ocultándose tras terceras intentonas nada soslayables, en defensa de los último que poseía, su don fugaz, presente contra ese fenómeno agresivo amplificado por los cumplimientos y las disposiciones colectivas. Liberalidad social desde arriba o solo para una cúspide que invocará al miedo si el dinero hiciere en mella la falta de asunto.
Depende que las costuras sean lo suficientemente ambiguas para estar implícitas, ora incorporen varios significados sin embargo exentos, aunque cada tema no obstante diste un tramo del próximo pero muy poco como para resultar algo patente.
Entonces ni quiso averiguar más, prefirió creer que los sentidos le engañaron, tal vez se acostumbró al coloquio, a esa manera suya tan caleidoscópica y extemporánea de ser, cuando habría de esperarse una reserva modal casi insurgente de aquello que no puede sino pronto acabar.
Hasta acá la navegó, ahí donde los actos actos sobran y los hechos son cuajos del entrepunto. Ello fue su merecido en suerte, esa otra costumbre que se retruca con cada palabra, como un automatismo bajo el cual apenas haya empatía.
Fue cuando su único lado lábil era él mismo, aunque también el más auténtico. Empuño su guitarra y atacó a tres garroteros apoyados por la policía. Le destrozaron las manos a golpes de macana, se tragó varios dientes, y estuvo inmóvil mientras oía una sórdida letanía de insultos carrasposos. Aquella madrugada infame en Punta Galena ni las aves cantaron.
Resulta que a través de la memoria cualquier artista pierde su tiempo si los prosáicos cargan un sueldo, o sea, lo intangible perfectamente elucidado en una persecución con silencio, y artefacto del pretexto de la volátil trama despecto de la benemérita que les serrucha hasta el piso de concreto.
Mentira patológica de la insurreccionalidad del alma que zangolotea desde el más allá del além. Impersonal, eidética e ineluctable, semeja un ser descerebrado que admira los gámbitos de la ortodoxia maníaca más burda. Párates, mesmadas y poquiteces.
Después del edicto las milicias filibusteras prorrumpieron al saqueo de los pueblos costaneros. El fatídico festín tuvo dos actos, ninguno entero.
Un año bisiesto la monjita y el malandro de la familia almuerzan en los altos de un restaurante de moda. Ensaladas, sopa, carnero al horno, torta helada, gaseosas y cerveza. Ella come inquieta, casi por obligación, aunque saborea cada bocado él parece distante, son la fea y el embustero, no saben cómo pero van a compartir una millonaria herencia en cepas sensibles y troncos oleosos.
Lee: - qué putas son las mujeres como la mía
- literalmente, cualquier libro al respecto exige un cuidadoso manejo de las tres concordancias primordiales
- pues redunda en súbito anteceder que hubo obra prima sin maestro
- una hagiografía puntiforme y exegética de proyección futurista
- nada que cambie las costumbres ortodoxas de los intelectuales referidos
- ni mejore tampoco su condición medular
- cenicero en llamas
- u ocio para tontos.
Considerando el terreno y los barrizales mantuvieron un tranco portentoso. La ruta lindaba entonces con praderas boscosas que luego desaparecieron bajo el alud tectónico del treinta y cinco. Hielo, rocas y viento. Por lo tanto, hallar el paso fluvial fue lo de menos. Un asunto entre la maleza y las pesquisas de escaparate. Inestabilidad a trocha y huasipungo.
Hacia páramos inexpugnables que son guarapetos del alto pajonal escabroso, un sitio que parece esperar por algún danzante que los celebre.
Toda perspectiva vital ocasiona cuatro tempos pausibles: ante el confín de los papagayos; trompicón de histeria arquetípica; contacto pródigo en fantasías lunares; y ardid de cazador que se precie sabe aguardar por su presa.
Aconteció en un rapto menor al segundo, como cuando aquellos buscadores de la permutabilidad hallaron el enanejamiento. Fue una verdadera hazaña, porque pruebe usted intentar semejante cosa a contragolpe y en pasivo. Quizás no lo sepa pero puede ocurrir exactamente o suceder que se altera esa constancia apenas viable para una voluntad disciplinada, magnífica aunque lesiva.
Estar vivo no es más que una manera de ser loco, tal temeridad fundamenta en sí un hecho crucial que sólo se resuelve con la muerte. Y claro, luego ocurre lo que está previsto, el viaje hacia lo desconocido cargado con falsos conocimientos e imperativos categóricos sobre el más allá.
Reforma pantanosa que resultó una ocasión autocéfala bastante presuntiva, no en tanto la coercitiva determinaba otro tipo de trato para aquellas energías beligerantes que pronto cundieron hacia el sujeto en ciernes, odiado y admirable cáfila del ajetreo.
Mientras perdurara harían un nudo de sus tripas hasta formar cualquier cosa que en conjunto fuere una especie de destajo capilar de relaciones pasmosas. Un admirador compulsivo de dije geográfico cuya cabeza tendrá unos pocos pelos calvos bajo una que otra idea, sean siempre concentradas hacia su norte axial, o en su defecto merodeadas por caballetes apalancados. Pero lo cierto es que lucen los genitales en plena selva tropical y poseen unas magníficas caderadas bordeadas por dos tremendos océanos.
Muchas veces, naturalmente, sentía pavor de si mismo, el cuándo o el no sé cómo iba fundido bajo la forma del uso, pero ni entonces conminó los absurdos dentro oscuros cuarto de tintas que progresaban hasta el pasmo de las ondas sin flexión.
- anote presentimiento, incluso antes de acariciar el dinero, horrible malviviente
- desde la que desea hacia lo que necesita.
Retumba un sasarico de agua cual un cañon.
Difiere la lengua del idioma tanto como un simio de su ascendiente mitocondrial. ¿Fastigio irregular ´difácil´ o paranoia existencialmente adquirida? A lo cierto jamás supieron si acaso hubo semejanzas en figura tal vez porque solo contaban las imágenes y unos cuentos acaudaladores de riquezas les reciclaron los adornos.
Patamar pluma fuente. La cuestión del acento enfático se convirtió luego en un quite por abreviaturas. Cabe caracterizar una primera fase sin brotes ni normas cuyo estilo notarial hizo paso a otra similar mas tan difusa que aquellas tratativas armónicas fueron aportes que no crearon fundamentos sonoros válidos. Antiguas versiones de ginga folclórica trocan la estilística de su apogeo y el sicigio como unidad de lectura.
Así fue como la versión que surgió de una simple provocación con atractivo marcial se convertiría en su razón sinfónica incontestable. Aunque ni ese linaje resulta en un principio de apropiación temática, a pesar que su individualismo se prende improvisado en las fiestas del estiaje tardío y, vibre, sea o acometa, dispone para el orgasmo de cualquier mayoría crítica.
El intríngulis de las aversiones regionales nunca explicitarán el asunto de fondo, porque con cierta razón suele argumentarse de un lenguaje pleno en eufemismos estereotipados, ante aquellos límites virtuales e infrangibles que las localías concertadas imponen según premisas en claves de gestión.
Una heteronomía tramática que origina muchos rasgos consecutivos cuyos indicadores actúan en función de un sólo motivo ajeno ordinariamente avieso; después, si el factor casual incita menores rendimientos potenciales, no presenta carácter de compás definitorio, ni siquiera si tuviere en contra un gran viento de tormenta.
- Sorpresa!, gritó desde la pared a través del reloj, y mientras el el eco estallaba allí los sonidos se dispersaron sin dejarle tiempo al retardo
- es el dichoso prestigio amorfo por el cual la tal campaña quedó en manos de una empresa publicitaria que cobró por el mensaje integral una friolera de ceros que impedían sorprender con la boca llena
- ... y luego dijo haber leído más de mil libros, que los primeros cien, al buen tacto, le valieron de hazaña, y que los restantes pareciera que el universo se lo hubo escrito con la respectiva dedicatoria personal.
Peripecia de antigualla, el ámbito o sus tinieblas, retórica musical que auto-absuelve con patognomonias equivalentes a quienes trampean cuando se las obtiene de un quicio en su zona de armonía. Quinta percusión de cuarteto modal.
Esa única tanda augura buena parte del punto de mira específico y además demuestra que ninguna cuestión en pauta virtual es lo suficientemente taxativa como para entrañarle una incordia a la misma diáspora renuente. Aquel suceso, ¿cabe pues en semejante pregunta? ¿De qué nativo sabor resultan las rosas rojas plantadas en una tierra morata?
Estudio, leyenda y ensayo.
Ella no necesitó despertar para intuir que pudo así soñar con los ojos abiertos, aun cuando tocada por la vista se hiciera distinta de aquella que le confirió, y sin embargo fuera como una capricho fragilmente hermoso del cual jamás encontraría otra explicación que algún ejemplo en esencia solo similar a su carácter de capucúa circunscrita, quizás ni siquiera imaginaria.
Tal correo sonoro daba la cruda apariencia de la esencia de lo distante y toda esa desviación del sentimiento afectivo perforaba el vasto imperio de lo ideal que ahí lo nutriera.
La ambladura de cualquier victoria es la que derrota a los vencedores, no obstante el motivo sea la eternidad del fenómeno figurado y su vértigo de acto sin consistencia final.
Suenan cercanas varias refutaciones disuasorias. Intramuros, ella prefiere su amor tradicional, que es el disfraz al que apela en la esperanza que un motivo infranqueable lo detenga, después que se definen los resquicios donde pasman hasta los desechos del recuerdo más frugal.
Allí sentados conversaron durante varias horas sobre un tema difuso que procuraba desarrollar la escala del sentimentalismo a partir de ese conocido alegato mental que permuta una variación fáctica por su homónimo opuesta.
Negar la nonedad de un hecho supuestamente probado y cuyas características naturales difieren del momento hacia el que transitan vía ventaja de la duda más parsimoniosa, no resuelve ni conjuga otro formato impar que anterior al siguiente también ligado. Ellos dos y su sexo sentido caduco.
Bastaba menos; crónica fuera de libreto para una saga incompleta; rudo, dantesco, colosal; algo un poco exagerado pero necesario si se considera su fuerza más estúpida que bruta, tan destructiva cuanto incapaz de crear piedad y armonía. Parodia civil o repertorio paralelo de un enfoque escapista tipo atemporal.
Entonces quedará mudarse para otro planeta que en realidad no hay en el mundo físico de alcance posible, a prueba de contaminación ambiental, y donde los árboles son grises como el concreto desnudo y el agua poluta corra espantosa hacia mares de compuestos abrasivos de efecto peremne. Baste abstraer ese sol apenas visible bajo un cielo metálico en cualquier atardecer con nostalgia de aire puro.
Y las cosas se han dicho sonando de la misma manera una suma excelsa de veces.