domingo, 21 de septiembre de 2014

Brújula, Espada y Cruz

Sota  Caballo  Rey.

Del Archivo de Caravaca. Aquí descrito.
Este tomo mayéutico relata la historia sacra de la entonces Real Audiencia de Quitus. Un figurativo de los mejores obrajes y batanes del ´Reino y Corona de Su Católica Majestad´.
Para cuyo caso cabe anotar que dicho período feudal comprende tres fases: desarrollo inercial en fase primitiva durante un siglo; paisajismo recombinante y clericazgo; sucesivas, por yuxtapuestas y ubícuas.
Gran imaginería barroca consignataria del poder cuyo virreinato agolpó intentonas cimeras y paradigmas imperiosos, mientras una menordomía criolla se enfrascaba ominosamente contra hordas de fulanos mucho más allá de su mismo horizonte íntimo. Jamás quedará claro si fueron semejanzas aparentes o apuntes machacados, aunque resulten obvias sus cortapisas de polos opuestos a sotavento de una flota ya concisa.
Lo cierto es que el predilecto de la única versión posible se encaramó bajo la niebla de siempre en un cerro profuso en cañadas y manantiales rituales donde nada cabe por si sólo. Agrio, robusto y triste conminó en términos oníricos porque dispuso que sus hijos no lucharan esa batalla perdida contra un enemigo invencible, luego extrajo un bucle tierno de maíz sagrado y lo resembró a la sombra suave de las rocas que tornan extremo aquel macizo abundante.
Apenas ocho fácticos años antes descubrió un mundo aislado entre las gentes menos antiguas de ese dominio perdido, lejana latitud distinta donde se testamentó el código materno en basalto, lama, sal, floresta y río.
Capitulaciones de calidad. Oramen oval similar a un hueco cualquiera. Casino del auténtico pierde u obtiene de inmediato. Desde el señor del resplandor hasta la tutela para naturales en números y estadísticas.
I. Augusto Corbarán Mencheco. 1552-1575. Barón del ducado de Alcundia. Primer Oidor General.  Noble caballero de una deuda paterna con la que salió a las Longas. ´Y según se afirma son ciento veintisiete los engendros de tan disímil origen náutico llevado hasta esas tierras altas en forma de patos, cabras, vacunos, equinos, perros y todos y cada uno de sus correspondientes parásitos tales como pulgas, piojos, garrapatas y otros…´ Afirma en la página 1.233 de su tratado práctico de botánica andina.
II. Clotilde Charca y Ábalos. La segundona. 1575-idem. Envenenó a quienes la trajeron de partera para enseguida erguirse ´abeja reina´ por unos cuantos días. Desapareció en un zangón, hoy posadero de gallinazos, tras una excepcional y solitaria comilona.
Circunscripción panegírica. Los electores insumisos suponen haber actuado bajo su legítimo derecho al desastre popular.
III. Honorato Guzmán y Fuertes. 1576-1579. ´El hombre que suma en busca de la calavera de cristal´. Humeante así conocido por su infaltable pipa de marfil. Marquesina en bargueño. Primer escudo de armas del nuevo dominio consular. Pompa de buey en retama al carboncillo. Con su larguísimo aburrimiento fue hecho una calle cuya amargura era en si misma una inmensoteca premonitoria del avenir. A lo seguro se sabe  que popularizó el término indiada pero tergiversando el significado castizo del vocablo. También hizo forjar en plata una daga defectuosa con la que sacrificó al perro del comerciante de especies cuya mala pena lo valía. Inclusive parece que se le puede atribuir el intento de domesticar una lechuza carnívora desde entonces extinta. Entabló en piedra la ley del guiño, una especie de murmullo retórico en boga propia y sus rescoldos.
IV. 1602. ´Tierra de todos los volcanes, oh matria incandescente, sálvanos de nosotros mismos´. Dice el epitafio de una lápida en marmolina barata. Y no se lee lo siguiente… ´hoy la emoción nos colma con el trasiego del sembrador, el esfuerzo del pariente y el coraje del canciller, hoy llueven lágrimas en mi caparazón impetuoso´. Fue el legado de don Equinoccio Monsalve, y añade en alguna parte… ´cuando a esta ciudad precaria se le vino el cielo abajo´. Se refería al primer cordonazo andino documentado.
V. Eulogio Loor de Sanchocha. Concepción y pacto en el igual acto. Mestizo abastardado pero rico y en todo caso suficiente a los intereses temporeros de la curia. 1614-1619. Entonces la crónica reseña el laudo forense de ´una cornada y encima mortal a un saltimbanqui por parte de Expoliadora, vacona ensabanada, durante la capea a reses del registro´.
VI. 1638. Primera referencia notarial de la Orden imperante a instauradora del parlamentarismo criollo. Demuestra que una simiente trunca resurgía con don Juancho Osorio de la Jara, supranumerario en franco desacuerdo comunero. ´Desde donde pasta la vaca colorada hasta allá del sitio donde se inventó la fanesca. Señor del tiempo nuevo, lengua voraz de mano sutil y erudita, emblema grisáceo de la república del colibrí´. Nueva vida y buen gobierno. Termina de pintarse en el infierno la Compañía. La flor del maíz adorna el pondo junto al estanco de Alcabalas.
VII. Don Torcuato de Todos los Ángeles Gamboa. 1659-1661. La partida dominica en pleno frenesí. Si los tiempos inauditos registrasen mejor el grado de arrogancia del individuo en mientes, diríase que el mencionado sujeto alcanzó por entonces cumbres inmemoriales; solo a su sonajero mayor se le podría ocurrir semejante definición perniciosa. ´Teocracia pues comunitaria y filosofal, con futuro de despotismo masificado de ágora curul. Medioevo cuyo mesmismo se explicita en deferencias aún no registradas, sea como frases impolutas, ora a destajos del olvido´.
1699. He aquí inventado el machete tropical. Problema museológico todavía insoluble. ´Entelequia subsecuente pródiga entre la gente a través de felpudos y oscuros personajes e, indistintamente contra sobones, burdos, rameras o pasantes, a groso modo y sin miramiento alguno´. Juan Olmo Piedra, cronista oficial del austro.
1701. Mujeres de amores menguantes en el país de los orates. La horda fantástica del cardenal a la carta consistía en el condecorador plenipotenciario, pirita de palacete sin estilo circundado por ambulantes y campanas de sotanas al viento. Hierro de tétricas minas que resuena. El sabueso se comió al ogro.
VIII. Don Santancio Ramones, alias el patidifuso. 1703-1721. Políglota incompleto, obeso de pocilga e intrigador tajante. La siguiente noticia menciona que la oleografía guturesca nativa vive su primer jubileo. No la aposentaron los desplantes posesos a la que fue sometida durante más de dos siglos de cortesanos, ni la transición hacia la fuerza bruta del pueblo en su merengada de mosca seca, loro murcho y danta al horno.
IX. Capirote. Contexto de espera. 1723-1727. Rúfulo Antejoya Sarluengo. Este sujeto citadino concentró toda su sapiencia trasnochada en ordenar que no había miedo hacia los muertos pero si contra esos molestos e incipientes pedestres de pueblo perdido que reclamaban mejoras en los caminos y veredas. ´Anónimos pedigüeños -decía al final de su perorata- yo juro que habrá mejores estradas en tampoco otras´.
X. 1737-1749. Clarístides Arcancio y Mejías, el interfecto. Durante su gobierno se colgó la gran campana de los monjes sacrales en la cima de un nuevo santuario dedicado al que grada el pavoneo a todo volumen. Un sonido de seis toneladas que cercaba de disonantes precisos hasta cincuenta kilómetros alrededor. Vaya pues que toda excepción se presenta inequívoca en dementes similares como una regla a violar, alguien o algo cuya tarea está en dotar la tradición estrafalaria que ocasionó los siguientes e incomparables personajes dignos de sus contornos mediatos.
 XI. 1752-1764. Menzo Melo Mata. Era escueto, flácido y mandón. Constituía el último hijo de una estirpe que opacaba la fama de ´quien incluso presidió la más caótica empresa de pillaje montañes que nuestra historia todavía recuerde´. Un matrimonio represivo entre el estado y la sociedad dado en términos absolutos, algo que es lo más cercano a la infelicidad general duradera, y marca también de la incomparable tramoya entretenida de sesgados entre la curia, lo nativo e intereses de presión oligárquicos que no aristocráticos, ´porque no hay peor tiranía que la incompetencia y antivirtud de la tara paia´.
1766. Indioferencia. Monta de continuidades juzgadas desde su lógica temporal de descubrimiento. El nauta lacerante reinventado en un sepelio de piedra catedral como prueba que la fundación reciente tiene origen inverso a la de la increíble trama insepulta.
XII. El receso provinciano del matriarcazgo. Tanto al norte como al hacia sureste se impuso la visión femenina más recalcitrante. Según latitudes, hijas de fecundos hacendados, pardos y negros, entes serenas en una tierra aislada donde el tiempo transcurría lento e inabordable, retuvieron el poder con un empuje encantador digno de mejores cronistas. Se mencionan episodios poco veraces del viaje de cierto sujeto dicho curador hizo para recuperar parte de la herencia plausible a nombre de Anselmo Tomaste, bisnieto putativo del fantoche luego indiciado saqueo y profanación. Con su piel se hizo un tambor, se erigió un trofeo en sigse y yute, y los comuneros bailaron hasta el amanecer sobre el resto de las cenizas hechas polvo en el viento.
XIII. 1769. El organigramador miniaturista sin bienes canjeables en contante, alias Nataniel Jimbo. Nombre portador de cuatro ideas fijas y de unos diminutos ojos prietos cual maleza bajo las suelas de unos pies incansables. En realidad describe un vector casual de puntuales y prolíficas intenciones para hacer del estado ´una tromba de vapor, moral y fe´; querían el incipiente y pequeño mercado provinciano, apenas. Ciertamente el elegido estaba al margen del error contable, aun cuando sea como blanco histórico. Luego se esfumó como había llegado, al agache y en el rastro seco de la causa ya perdida que un juez impío y masón en dos sentencias.
XIV. Rimbombante hipocresía demoscópica. Se funda el último y más suntuoso de los treinta y tres templos católicos que se vieran a muchos miles de kilómetros del equinoccio. Profusos en pan de oro, tallas en madera de ley, bóvedas de piedra basilar, cruces externas mandatorias, abortos y otras conventuales dignas de tal época pletórica. El acto inaugural se centró en las disertaciones melodramáticas sobre el ´Tratado palatino acerca de la sinceridad racial de las gentes del Nuevo Mundo´, que lo transcribiera el beato y futurólogo burgalés Paco Andrada.
XV. Guerra de las Primicias. Irguin Hualomoto Guaninga. El reporte desde la misma línea de fuego hace alusión a cierto miedo castizo contra la minoría criolla que ya se había adueñado del ejército comisionario, los negocios principales, y hasta de la curia. Así de tajante lo comunicó a la ultramarina cofradía en un prolífico oficio lacrado. ´Todos y cada uno de los distritos están remisos a ceder en sus privilegios adquiridos in situ´. Se forja entonces una represión masónica sorda, discontinua y perversa. Teatro de tablones con presencia de tres personajes herbívoros al borde del péndulo donde su mirada sigue el sesgo de una costa rompiente que el océano tritura con pasmosa lentitud, ´caldo de aguas dulces y saladas para mandriles anfibios aún no evolucionados´.
XVI. 1780-1783. Ángel Bimes o las entrañas del apaciguador. Calote. Humo boliviano. La transgresión es andina y circular. Talismán espirituoso. Una profecía non santa asegura que venidores sucesivos acabarán con todo lo realizado. Amén sea. Mientras tanto fin del interregno pictórico de impresionante dimensión lumínica. Campanario que trastocó a su forjador de Salomón Piernacowski a Sulimán Pungaqhispe.
XVII. 1787-1789. La disolución del mundo colonial había empezado ya muy lejos de allí. Casteo malsano cuya lógica surgía en avatares combinados de un intenso y caótico destino mutuo. Dirigirse al gentío para decir ´proseguiréis impolutos en tales términos, marionetas, títeres, damas o caballeros… lunáticos del mundo exterior, sin embargo seremos sólo los borrachos consumados quienes acabaremos tomándonos el poder absoluto´. Visión inmemorial, cauce en transe, burundanga. Te conocemos moco, es el primer pixel registrado sobre la pared pujante del cuento guitarrero.
XVIII. 1791-1797. Confabulación general de sobrevivencia. Justo aquí la fábula somera es infiel a los hechos consumados mediante la ley del bigote manso hacia el lado opaco de la sombra. Operativo simulacro a punta de puya y macana. Han dicho que faltaron líderes de oficio. Los historiadores calcularon el desfalque entre varios condes y algunos marqueses.
XIX. 1801. Eclipse legítimo en la edad del ruido. Jineta reversible sin cabeza. Se quemó el rancho Hoja Blanca donde el estandarte ondeaba a media cuerda. En consecuencia puede afirmarse que dicho estratagema bienhechor precisaba de algunas sirenas delta arquetípicas sobre arcilla polvorienta.
XX. Los sueños de libertad se convirtieron en burdas realidades prosaicas. El siglo estrena una rebelión agraria que desarrolla las primeras taras nacionales. Víctor Bodirogo, 1804. Déspota machuco será patrón del imponderable tenso porvenir agazapado en una agache así de cruel. Esperaba hecho un coloso patriotero revestido de símbolos y ornatos cívicos. Alfombra de pellejos. La oligarquía criolla sucede al rey único imperante tres siglos completos.
XXI. Marilú Linares y Parda. 1805-1808. Mujer cajeta de verbo fácil y mirar de ojeriza, que como buena epiléptica que se preciara de sus alucinaciones difusas mantuvo una personalidad melosa con ataques involutivos de suspicacia e intriga.
La verdad es la explicación que la mayoría quiere comprar. Ahora resulta que aquella ciudad superpuesta y estrecha, larga indiferente y sinuosa, ya sin alma propia, hierve en su hoguera ineficaz bajo el volcán azul. Otro eterno mal gobierno republicano tras bastidores la convirtieron en un amasijo árido de resentimientos cuya sustentanción final fue plasmada en una lucha desigual de mestizos contra gamonales bajo una luz mortecina al acecho de siluetas agotadas, donde contagiosas e impávidas esperan su momento de vanagloria.