viernes, 26 de agosto de 2016

Documental in vitro

- yo que vendí hasta diccionarios para ciegos, que trabajé entre gente honrada que te acusa de ladrón cuando ya necesita explotar más tu sudor barato, te digo que gobernar hombres es la única cosa que no se debe intentar, ¿cómo llegar a un acuerdo si las garrapatas se creen halcones? Ahora, aunque viejo soy un hombre rico, tengo todo, aire puro, una vista perfecta a ninguna parte, el solo deseo de morir en pleno arcoiris una tarde con sol de lloviznas.
Al señor Paco le encantaba decir imposibles, como por ejemplo sinergia noctilucente de estadanza sísmica. Parecía perseguirlos tan deprisa cuantos menos movimientos quedaban en su cuerpo cada vez más tardío y maltrecho.
Pero era la abuela quien si detestaba a los uniformados, es que perdió un hijo por culpa suya. Lo mataron a toletazos durante un golpe militar. Incluso el bueno de don Paco se le hizo sospechoso, solo porque conversaba largamente con el comandante Ansales
- es tu pregunta trampa
Recuerdan que llegó un día caluroso. Lo trajeron las lluvias de abril. Venía con dos sujetos. Uno alto y fuerte de nombre Macario. El otro era Herminio, nieto del primer alguacil de ese poblado de ingrimas ventiscas.
Fueron doce obreros, algunas mujeres y algunos niños. Rosendo Salas los contrató como peonada para abrir trochas y dejar puntales. Entonces aquello quedaba muy lejos. Ahora la ciudad está a unas horas y pronto harán de Pangoso distrito municipal. 
- ¿bestializar?... Al mundo hay deshumanizarlo, urentemente
- usted que se retiró de la política sabrá 
- jamás fui político
- señor intendente, pero si la milicia es el mayor estamento político conocido 
- caramba, noto que tiene una visión bastante desordenada de la disciplina, típica de los jurisconsultos tan abundantes en estos tiempos sin razón ni honor
- la política no pasa de ser lo más importante porque significa el gran dinero tras el verdadero poder 
- una opinión nada vulnerable aunque trivial
- la biblioteca tiene una culpa debida 
- cualquier forma de subversión es violencia originaria
- cierto, no hará mucho que la gata de doña Tomasa murió en un derrumbe del ese estante bajo los tomos de agrarismo indígena y la reforma monetaria 
- seguro que de puro aburrimiento
- no sea tan sarcástico, la gata decidió hacer guarida entre las tablas del soporte central mal encajado 
- o también pudo ser un incendio, mi comandante. No olvide que los libros dan buen fuego... una gata analfabestia.
Los campesinos toman todo lento, pausadamente. Lo rural favorece el desarrollo de las cuestiones en la variedad del transcurso unívoco, mientras en cualquier ciudad prima una mayor eficacia de lo inmediato que resulta inflacionaria y selectiva, por eso sus mismas mutaciones le son extrañas y hasta le resultan imperceptibles.
Aquel domingo soltaron cinco cornúpetas de la ganadería de los curas. Margot, todavía una muchachita fresca, flaca y juguetona, sobresalía de inmediato. Y fue más que una premonición, era algún tipo de encantamiento arcaico contra quienes osaran desvencijar el recato deseado. Lo cierto es que ninguno de los allí presentes en edad de procrear logró evadir aquella especie de espasmo ancestral de mujer al capullo. El instinto los amagaba con su disfraz más natural y bonito.
Ver un segundo fugaz equivale a discernir el ristre de los anteriores. El alcalde putativo mascaba tabaco y lucía unas remotas gafas de oropel para dormitar cuando se le antojase; lo daba por sentado después de bostezar con ambos puños sobre la boca intentado disimular un fastidio tan profuso como su barriga de gamonal satisfecho.
Don Virgilio Cobea y Pando fue nieto de un notable caballero del imperio secular por entonces ya en franca decadencia en extenso. Y aunque en nada le importasen las sutilezas que hicieron baronesa certificada a su mofletuda esposa, Anunciación del Amparo, no lo parecía.
Ceñuda y capciosa, con una madrastra de calibre nada vulgar bien pudiera creerse que Margot era bastante infeliz, cuando en realidad ella manejaba la situación a su completo capricho.
Por las vanguardias del temple. Agua tibia orgánicamente depurada hacia series de reacción fija. Demasiada entropía para tanta coincidencia. Pescando a la sombrea de hojas verdes entre higueras maduras.

- empezó a durar en el inicio y va continuar así hasta que sea
- es el tiempo hija mía, el dios de los dioses, aquel quien a todo incide
- ¿vas a olvidarme?
- para siempre desde el día que me muera
- ya, no digas eso
- aparentemente serás lo que el dinero haga de ti, para ganarlo o por perderle, si tiene o te falta, mientras lo necesites y hasta cuando lo consigas; se llama rendimiento en metálico, es un ademán cuya tenaz interferencia sobre los afectos desata el ingenio y la perversión
- por eso papá dice que le faltaste el respeto a su condesa
- nada de eso, sólo me sorprendió desnudo tomando un baño en la vaguada; en aquella lejura chilló como gallina acosada
- que nunca se te ve en misa
- Dios no quiera; en las tierras del Sol jamás habrá templo que lo contenga; además, entre mi vanidad y su envidia siempre habrá algo que se coma seco con humor y pan en remojo.

Alguien llamaba, ella corrió hacia el sendero, las flores cayeron al agua. Moncho Catarana venía de Maracas a caballo trayendo un encargo y una malaria crónica.
En esa época el señor presidente no sólo creyó que con el ferrocarril podría vencer una naturaleza indómita, rotunda e impetuosa, sino que inclusive a sus adversarios políticos más renuentes entre los que no se contaba don Virgilio, amigos desde un asilo con sabor a asueto, cuando las cosas estaban claras y los ideales eran hechos hacia lo seguro para durar por anticipado.
Pero la ilusión es una espiral intangible que se deconstruye así misma en un tiempo cualquiera apenas distinto a su proceso, así como una letra basta para cambiar ante la frase original ese sentido primario de esencia suplantable… fue entonces que a un tal Evaristo Riera se le empañaron las gafes, circunstancia que le hubo divertido aburriéndose junto con ella, Lola, y a apropósito del partido por el medio, estuvieron varias horas seguidas condenados a una vida perpetua que al fin lograron evadir juntos derrumbadero abajo.
Meditaba con incredulidad y temor en el tren del caudillo. Los disgustos, aunque se repitan como experiencia, continúan siendo eso mismo, un largo trecho sin ruta, algo que destroza cual absurdo galopante, tácito por devoción, sencillo mientras un golpe de mano lo oculta entre ninguna norma y todas la mitades, mas complicado cuando ha de aplicarse a una causa que lo hace semejante al ser donde se crean y nutren, o cómo había de ser valiente para llevar por la vida ese nombre suyo, Enemigo Jurado, y solo porque su padrastro siempre estuvo convencido que fue hijo de algún interfecto trampero de quimera que dominó con su arco sin flechas una tierra tan intensa cuanto patentada mítica. Vaya ironía, sospechoso en un linaje que lo inquietaba hasta la sedición.
- ¿adivina pues cuál es el único animal salvaje del que usted si debe temer por estos caminos vitalicios?
- no hará falta que yo se lo refute, ¿verdad?
La civilización como una larga fila de acólitos en transcurso hacia el progreso cenital de su vaciedad en flor. Sinfonía límite al jaque. Saga unigénita para un príncipe republicano y algunos de sus muchos y variados sacerdotes. Influencia del efecto sombroso.
Aquellos eran ojos cansados de un sueño procesional todavía por dormir, acuciosos, casi en ese borde interior donde nada existe que no sea súbito, volátil e inaprensible. Estaba frente a una enorme maraña verde, quebrada, rebosante de agua, entre figuras frescas y sonidos que latían a pulso de viento.
Encendió el último cigarro, holló hacia la vaguada como quien hesita si vale la pena volverse atrás para dar explicaciones o renegar cualquier estúpida disculpa. Ya tarde, continúo andando. Virginio estaba en casa y recibió la misiva ante una ventana. Tal vez quiso creer que para colmó el hombre ya desvencijado ni siquiera la captó. Acaso por allí también cabía tan dichoso tren con todo y vagones.

- tengo órdenes de no regresar sin una respuesta suya, señor
- vuélvase mañana.
Era algo inabordable escrito en papel mensaje cerrado sobre sí con cera azul que tardaría meses en llegar de regreso al caudillo, entonces en plena fiebre cuartana que puso en vilo su memoria abotagada por una ambición ilimitada.

- de ninguna manera mi querido amigo, en política no hay ideología que importe, son negocios en nombre de estados en los que solo hay intereses de poder
- pura pantalla, por jamás cuajan como hechos
- son tan profusas que rebasan lo angosto del entendimiento común y ni siquiera interpretan lo superficial
- aunque se basten a sí mismas como asignaturas de cátedra universitaria
- o sea, usted mejor absténgase de opinar.
Estar de oyente de esos dos hombres fuertes que discutían fue de manera difícil un agradable pasatiempo, incluso cuando apenas lograba comprenderlos por indirectas dirigidas contra él de un modo confuso muy particular especialmente tosco  y maquinal cuando las desconcertantes afirmaciones del ex decano entonces criador de gallos de riña, auténtico bruto con garras de hiena y ponderaciones espectrales de alguien que apenas teme las tremendas llagas que provocan tales arremetidas ajenas.

- la inteligencia jamás ha sido una ventaja evolutiva
- resulta irrebasable pero es todo lo que nos permite el olvido
- igual aquellas chiquillas que se embraguetan hacia cualquier más apuesto
- la belleza no admite argumentos en contra, es efímera y se basta sola
Otra sana paz bucólica que no duró lo suficiente. La infidencia gobiernista tomaba cuerpo. También las expropiaciones llegaron en notas de cobro pagaderas a la vista. Hubo hasta quienes compraron por la mitad para vender al triple. Los testaferros y perjudicados eran pequeños minifundistas analfabetos.

El caudillo estaba enfrascado con cuatro asesores ante una maraña de mesas, documentos y planos que conferían al despacho de campaña un aspecto de lucha contra los elementos en juego. Por igual, orden establecido trabajando para el progreso y un político de academia militar que decía no creer en cucos.
- lo único cierto es que por fin se ha empezado una obra que lleva años de retraso en plena era del consumo entre monopolios de capital y rezagos del pasado
- necesitamos redirigir con autosuficiencia lo que producimos, hacer riqueza del ferrocarril y las comunicaciones telegráficas como medios indispensables para alcanzar un propósito de magnitud tal que sea técnica al servicio de un esfuerzo óptimo.
Su excelencia asumía una postura moderna, ecléctica y visionaria pero peligrosa.

- soy a pulso un pragmático.
Lo asumía como quien se lo repite asimismo una y otra vez. Una obsesión fundada desde la más primitiva perspectiva individual.
- ojalá, dijo Don Virginio. Tomó el sombrero, hizo un además de adiós con la cabeza gacha y salió hacia unos corrales abarrotados de carga donde se hubo improvisado un campamento que albergaba a los obreros y al gentío que los seguía por aquellos inhóspitos y remotos parajes que debían ser forjados por un esfuerzo brutal.
Allá dejaron su existencia más de la mitad de los atrevidos que ni siquiera podían suponer que tal esfuerzo pagado a precio de paria resultó a la larga inútil.

- después piensa construir una central eléctrica en la cascada de Frutal.
El río, un jinete y una serpiente. Aquel hombre no se movió ni cuando tras la caída se sintió enroscado del cuello a la cintura. Su caballo fue tragado por la corriente cual se tratara de un tronco cualquiera. Hombre y reptil convertidos en un ovillo antropomorfo pasaran la noche más extrañas de sus vidas. Al amanecer un torrente repentino se los llevó.
Los huaqueros de instinto tienen una especie de codicia programada para el saqueo ritual, aunque sepan que no hay disparate peor que el desmonte con maquinaria pesada. Dos inmensos tractores oruga, una cadena en medio y ese diseño infernal descalabrando por dentro la mata virgen. Hasta los profanadores parados sobre restos de un antiquísimo taller sabían que eso resulta en desafiar el término de la creación misma.

Vestida en lila, apretada y abierta para ir hacia él con la ciega determinación que muestra una mujer cuando siente que alguien de aspecto fuerte o quizás no tan inerme se le escapa entre los dedos, fundamento del criterio y la necesidad de entregarse por instinto.
Bajo acecho de todas las miradas del pueblo María cruzó la plaza en el preciso instante que Moncho surgía galopando hacia ella como un desaforado que al fin reconoce el auténtico sentir de su aliento.

- lo siento, ni político, cura, militar o leguleyo
- sin excepciones a la regla alquimista de mandatario de la ciencia infusa
- buenas tardes mi comandante, tal vez ha visto a don Paco
- hoy todavía no he tenido el disgusto.
Fue el año en que estallaron las sublevaciones indígenas. Cuentan que alguien de su séquito pactó traición contra el regente del virrey. Entonces una noche brumosa, cuando parecía que el hombre estaba sin resguardo suficiente, mandaron una doncella a su aposento. Ella debió apuñalarlo pero inexplicablemente el muerto fue el oidor. Desde entonces el regente asumió plenos poderes y desposó a la supuesta asesina sólo para sonsacarle un puñal de oro engarzado con esmeraldas.
¿Quién fue el mandante? ¿Hubo alguna tal puñal? Solo se dice que poco después el mencionado cruzó el charco para cambiar de identidad. No precisamente por uno con título nobiliario, como entonces acostumbraban el cazafortunas de suceso, sino que renegó al Islam.

- no entiendo si fue otro sucio truco de relaciones públicas o un viejo giro de la novedad o una especie pespunte y compendio para comprometer la versión más intrincada de cuantas se hayan oído al respecto
- vaya a entenderse tanta sandanga verbal
- solo ahora me explico aquello de eminente dechado imbuido de gran fama.
El ahora más cuerdo de los locos temerarios declara abstractos y volubles a quienes, dominados por sus instantes más borrascosos, hacen de las personas prototipos del más pobre del patíbulo porque sólo tuvo dinero.
Cual el carácter de la gran odisea humana que en algún momento incierto parte a sufrir un destino hostil poblado de violencia, allá de los bordes abisales donde gimen en dolor de parto todas sus generaciones.
Abusar del impulso terminal para correr el riesgo de propagar un alma recíproca hasta el extremo que resulte tan embarazoso como socialmente admisible.

Ni siquiera la primera vez lograron detenerse a tiempo. Hacía un clima tibio que dispensaba cualquier exceso de ropa encima. Él había poseído una viuda alguna noche remota. Hasta entonces ninguno notó que donde termina el deseo no necesariamente empieza la dicha y que cada noche que se pasa en una cama ardiente trae sorpresas inescrutables.

Bravata. Bienvenidos al desierto de lo real. 
Renegar de eso hubiese sido como perder su propia condición congénita, igual que un semblante, una canción o un páramo, cruzigrama de solución incierta.
Personalmente no consintió nada contra doctrina, pero tampoco lo prohibía en el prójimo.
Envuelta en un exquisito poncho marrón alpaca, impenetrable, joven a pesar de cuarenta años bajo asedio masculino continuo, entonces más viuda que nunca de su esposo muerto por la espada, apenas maquillada, poseedora de una boca y unos ojos coquetos aunque siempre tristes. Tomó aquella enigmática vereda hacia la tocaia lacustre donde una mañana rasante la esperaba rugiendo de insectos, plantas y pájaros ancestrales.
Mientras fue posible hizo plegarias con el pensamiento. Maroma impenitente cual pasionata del reniego duradero incontenido de fuertes tenazas y debilidad de roces escuetos. Facto que resultó preciso hasta el opaco día ella sola frente al cristal multicolor del descaso.
- la noche ha sido muy larga, dijo una voz efímera y puntual.
Mucho tiempo luego uno ni siquiera se pregunta el por qué.
- pasa y lo verás.
Era lejísimos, tanto que el escenario yacía incompleto en una caja ronca entre tablas de bahareque lustroso y otras loas de alguna candileja anterior. Hubo una época donde cabían más elaboraciones y objetos difusos, pero probablemente nada describa mejor su aspecto final que la palabra invisible.
- Este es el momento para reflexionar. Pedía para el jueves, once y cincuenta.
Aquel mismo curso semántico que daba porte a la recirculación orgánica que acabaría con su dominancia. Y regla para el interés descompuesto.
- Tutora tiene.
Tocó con la mirada el inmenso domo azul y hasta sorbió vapor tibio allá de la nube tubular cuyo tinte topazio evocaba los pequeños valles que acababa de pasar. Luego que tal panorama tangencial se disipara tuvo la exígua sensación de una presencia nueva e aún intangible.
Cada vez más temprano, el mago perpetuo en su afán caprichoso por obtener quien sabe cuál ignoto secreto sobre los misterios del agua - eterna, suave y poderosa - yace de su saliva moléculas dichosas y en lengua torpe afirma lo que a veces las palabras exploran sin acierto, ahí donde no importan arrogancia ni potencia, apenas la verdad que traduce la especie que sitúa en boga la consumación misma del ogro sapiente.
Ser de fundamento cerril cuya creencia brama más abisal cuanto verídica resulta la consumación que domestra aquello por ocurrir u olvida el pecado virginal referente a la inconsciencia y sus trepidaciones emotivas.
- el colectivo tradicional hace
- demagogia, todos más uno
- bueno pues por etimología
- antológica... supongo
- vamos. también eres del sorgo de los ninguno
- de ningún sorbo, que es diferente.
Incendio y decapitación de pruebas en otro precinto comarcal de la república depresiva por excedencia.
Predestinado como estaba para el sumo poder civil, pues llegó a él una tarde turbia, siniestro objetivo hecho personaje de metrópoli, lujuria barrosa, aluvión pertinaz, suerte abstracta del pobre necesario con hambre de camiseta. Una vez en paz, le aparecieron impuestas llaves y cerrojos. Fue sentir que sólo cabía en el mando abyecto de un interior peregrino, entre la tierra y su gente fungible, cuanto un verdadero mosaico proporcional a la ambición más tuerta. Atónitamente presentido, ello afirmó su arrogancia mezquina de isleño monzónico.
- antípoda: equivalencia sodónea
- usaré entonces el breviario filológico, como algo menos ampuloso que obvio. E hizo con ambos brazos un gesto osco.
- manguil
- error conciso, latitud
- orgullito el suyo
- incalculablemente caos
- vamos don Arturo, está exagerando, debiera confesar lo demás del asunto del cerro, usted sabe donde enterraron el muerto
- ... averíguese mejor
- pues entonces habrá que rastrear toda la ladera.
Se convirtió en quien temía, personaje no autor de su obra vital, colmo del asco y la perversidad costeña, burócrata aburguesado al margen de cualquier sospecha. Y ese incierto noviembre se le borró para nunca la memoria.
Habría sido preferible asimilarlo de otra manera, algo que fuera como un transcurso perpetuo a través del punto de fuga sin desolación y olvido de sí mismo.
Entonces el destino confrontó en uno hasta tres personalidades tan distintas que juntas son aceite, hielo y humo. Un joven de ollar abigarrado y modales inhóspitos, una mujer elegante en plena madurez, y un veterano de histerieta cuya única cualidad desconoce. Así de insondables resultan los vericuetos del alma.
- en cuanto al cuento del toro barroco se trata de aquella célebre tarde pasada por aguas cuando Lorenço Asanha hizo cabotaje con el mojino
- daltónico, fue el pazguato famoso entre los sementales saltillo del tipo que don Camilo obtuvo de una cruza tardía sobre esos encastes peculiares en la raza
- yo hablo del vino que tomamos con la cuadrilla antes del mentado suceso
- un mújica sin solera
- blando y soso pero encuerpado
- con un único testigo castizo
- mejor hablemos de toros.
El gordo estaba incómodo dentro del traje, tenía la sensación exagerada de estar en una rutina sin desenlace previsible. Fue la noche en que estupefacto y patidifuso se vistió para morir.

Pacharaca la propagadora.
Dicen que la mujer tenía una lengua tan vituperina como mal afilado era su poco seso. Normalmente la malicia se descifra tras el daño provocado y mientras lo peor está para ocurrir acontece que ya no importa su verdadero efecto.
Clodomira la pacharaca dominaba con denuedo ese transe común al rumor de indirecta; voces cuya furibunda materia condicionaban el sentido y la apariencia propias del mensaje en marras, que si no se sabe se imagina en obtuso. Tradición popular de enfoque inmanente a la que nadie escapa ya sea como actor, motivo u ocurrente, esencia sustancial del hecho inevitable de vivir en un presidio al aire libre.
En todo caso, los números del resultado fueron: un rincón dicho el más parnasiano de la ciudad con los peores roños vistos por kilómetros redondo, hogueras en cada esquina fértil, chiringuitos accionados con lava, rumba, sancocho y caña brava.
Entonces la otrora guapa y distinguida señora heredó las esmeraldas de su esposo. Once putas de rebosante estirpe llanera. Los entendidos le recomendaron vender en lote, pero al conocerlas cambió de idea. Juntas eran un desliz candente horadado donde reside el más incontenible de los instintos.
La eminencia gris de los pecadores caseros lloró sin vergüenza ante aquella sarta de ojos mordaces y vastos, una venganza del destino que no pudo anticipar, rasgos cuyo motivo cierto oscilaba entre la depresión manida y los confines del miedo.
Desde aquel suceso estuvo condenado a perecer en público. Tres días interminables en que las palabras de la gran señora le revolvieron el alma con un resuello horripilante.
- me matarás en medio del gentío durante la procesión del jueves de la epifanía con esta pistola cargada con una bala de pura plata
- pero...
- no puedes fallar
Un grito impertérrito rompió el silencio premonitorio de una madrugada tan helada como la fatídica.
- vengo notando que hasta las once de la noche usted es todo un caballero
- no es caspa verdad, porque sino parece que al señor le acabasen de limar los cuernos que le adornan
- sustanciación mezcla de viejo y tronche
- borracho de mierda
- Pubio Ostosia Candobera, usted está hablando con el envase mismo.

martes, 2 de agosto de 2016

Conjuro & Rotunda


- Carajo, bramó a sus adentros. Ni tampoco tiene más opción mientras asiste ausente para regar el gato...
Ahora debía confiar en su ego. Aquello cuan largo e inquietante pasadizo de varias dimensiones en curso a ninguna parte que jamás nadie camina dos veces, simplemente porque no hay vida útil que logre repetir esa inmemorial hazaña de abstracción en juego y continuidad que siquiera cabe sobre sí misma.
- claro que usted lo sabe, está inmerso en ello.
Combinación lúdica mordomendaz. Si escampa al sol el troje también se empapa. Vuelve la cabeza cual arma claudicable, mira el cielo, suplica sin ansiedad o rastro de enojo, sólo con ese hastío imperceptible que le recuerda algún pasado ardientemente remoto.
- no lo podía creer, aquella cosa surcando entre las montañas como un maldito dragón de humo y ruido triturando árboles
- enseguida supe que no resistiría dos inviernos seguidos
- la mata se acabará tragando los hierros
- y en efecto así fue, por lo menos hasta que otros tipos igual de sagaces trazaron la primera trocha
- moderna y brillante mala idea
- al menos los pasajeros de segunda ya no tienen bajarse para que esa lata no descarrile
- y cuando eso sucedía había que continuar a pie entre el barro o el polvo
- la parte más encantadora del viaje
- sobre todo cuando pasabas por la cascada de las orquídeas, si es que se la veía
- lento es una palabra que ciertos citadinos detestan
- digamos que no entienden los dilemas del subtrópico montañoso.
Virtudes pseudoneumáticohedónicolúdicas aparte de ser una palabreja de mucho condumio, es un atolladero de trasto sin homónimo.
Guerra. Rito de fertilidad cósmico de las almas oscuras. Hace el oficio de historia alternativa, incita conjuros, procrea héroes que desusa cuando más y mejor le place.
María de las Penurias tenía Jirón por apellido. De Ingaloma hizo su hogar mientras la mayoría lo olvidaban. Entonces caminaba al paso de ese hijo que nunca soñó tener, aunque tal vez así mismo lo quiso. Ser poderoso en un sentido literalmente opuesto al suyo. Propietario de hombres, minas y suelos arables.
Un buen colegio fue el pretexto que usó para instalarlas a todas en aquella ciudad tan onírica, gaseosa e irreal cuanto necesaria en la línea de lo sensible. Su acechante presencia moral era un estorbo mientras le quedasen dos cosas por hacer: gobernar la hacienda a su antojo y atraer de vuelta el tren hacia Ingaloma. Pues entonces madre, mujer e hija constreñidas en el intervalo material de las distancias intransitables ya no fueron obstáculo presente ahí dentro del contorno donde de veras si pesan los escrúpulos.
El peso de la ligereza suele ser más inaudito que leviano. La ininputabilidad del potentado en chisme era estadisticamente muy poca pero tenía algo a su favor, un montón de metal hecho tren y vía férrea bajo el sol canicular de aguaceros y nieblas. Ramiro Paniagua apoyó con hombres y dinero la gran causa perdida de antemano, pero cuando el destajo del puente se hizo visible nadie pudo dudar que hubo logrado su propio imposible.
Juntos hicieron la primera entrada triunfal, mano derecha en puño alzado, símbolo de la respuesta política que inauguró el telégrafo: ciento trece kilómetros y ochocientos cuarenta metros.
- vistos desde los guarismo del poder no resulta algo voluminoso
- y aunque así fuera, ningún mengano de tal me viene a decir cómo debo administrar mi hacienda
- pero es que nada menos se trata del gran reconstructor de la patria en soletas
- no necesito explicaciones, quiero ir con esto hasta el final, y si al muy webón le falta dinero que lo imprima.
Autor de una fantástica obra sobre la florofauna subtropical de estribación volcánica, un mentado estudioso cuyo nombre surgirá al margen de esta narración, aún no había catalogado el pájaro corneta y estaba ante la pista de un pequeño urso de pezuñas prensibles, cuando a sus pies cae una mariposa tricorne de bandeo laminar que lo mantuvo estupefacto mientras se acercaban a él dos jinetes, uno de ellos su futuro protector, toma esa preciosa y rarísima especie y a grupa galopante recorre un bucólico sendero bastante largo que lo conduce al despeñadero donde abundaron la araras de pico ancho.
Allí, enseguida reconoce una extraña variedad de chilca anti-erosiva y algunos fósiles vegetativos de una colonia bacteriana que apenas puso identificar años después, cuando el azar le condujo al extremo termal de la misma cuenca hidrológica.
- coincidamos que no se trata solo de dinero, me parece que va más allá de eso, hay un extraño miedo entre los obreros, cierta venganza latente cuyo móvil no es la superstición
- claro que si, un asunto pasional que trascendió la cama y se ha colado en su obra política cumbre
- lo de siempre a ese nivel, una amante, nada menos que hermana del mayor enemigo de nuestro venerable caudillo.
La gloria, sin embargo, resulta ser la única ilusión que se hace pasajera del momento temporal - sobre todo climatológico - antes de hacerse olvido eterno. Una noria de medio pelo recubierta de nubes, algas tóxicas y tumbos; truhanes, magos o generales, concebida para durar en los cuatro sentidos cardinales del macho montaraz.
En acápite, MedioPomo y QuarteTinta, entre los candores sulfurales y el destino salitroso de un amor plutónico. Ensayo de Gastronomía de los vicios culinarios más expansivo.
Porque si como pretexto medio un libro sale caro, peor si encima cuesta dinero en bruto.
- todo terminó cuando se fue de baile al club donde una cuadrilla de camareros nativos sirvieron a los testaferros y a sus queridas un profuso y chocante desfile de licores, mucho escote y peinetas desencajadas. Ahí contrajeron eso que los borrachos espirituosos llaman pronopsis caudal, o sea, el martirio mismo del espinazo peor sentado. Un auténtico caos termodinámico a treinta y siete grados absolutos.
- las compulsiones del apetito sexual son inherentes a los adictos al poder
- ni me digas, por eso yo no las sufro
- y eso que alguna vez te oí decir que las hazañas fueron hechas para repetirse
- seguro estaba pensando en un tren imposible.
Tal como la rutina del semental tardío que ignora lo inevitable, eso de los arraigos pasajeros en aras de un insomnio gris y trivial.
Madrugón. Aquella mañana sin salud el señor presidente se levantó mal humorado pero conforme. Desayunó al apuro e intentó disfrutar el último cigarro del mazo importando que le regalara la graciosa bailarina de vientre cuyo sabor a velos y sexo crudo todavía olía a recuerdo intacto en la pulpa de sus dedos tembleques.
Por primera desde siempre no quiso ser el centro de la atención general. Mas estaba visto que lo contrario es posible cuando el deseo inquieta. Una especie de casualidad, algo como la nostalgia en abanico de la que están hechos los trances, que sorprende desde muy adentro y nada retiene, ni siquiera un buen augurio.
Los creía pocos, tal vez pasajeros pero eso si inamovibles, aunque en substancia fueran frugalidades perversas e imperiosas, una valla atávica y arrolladora a la vista donde la abundancia del poder trasunta.
Caminó rengo con cierta displicencia hacia el jardín público contiguo ya no tan florido como imaginaba. La cadera derecha anquilosa le provocaba un dolor continuo menos somático que mental. La caballería no perdona, pensó con sorna de sí mismo.
- nada de entrevistas oficiales, ninguna declaración, que todos se vayan al carajo de donde vinieron... señor licencioso.
- debo recordarle, mi muy respetado primer mandatario, que soy doctor en leyes de la república, y su fiscal general
- licencioso fue por lo que te sobra de maricón, además, si no me dejas en paz ya mismo juro ante la constitución que te hago eunuco
- entiendo que usted esté molesto… y algo decaído, pero querrá saber que la policía encontró la daga
- ¿cuál daga?
Un invaluable puñal con incrustaciones en diamante azulino que valía una fortuna.
- si es cierto que semejante ultraje apareció tienes mi palabra que lo donaré para el combate a la sífilis que está acabando con mis mejores tropas... y ahora desaparece de mi vista hasta el domingo.
El licenciado Aníbal de María Mendoza jamás se permitió cualquier infidencia. Sufría de rancios ideales forjados por el estudio y la disciplina diaria a través de dos generaciones expresamente preparadas para la administrar la rex pública.
Su bisabuelo fue el eminente plenipotentado Nicanor de Mendoza, patriarca familiar y procurador en los avatares del mesianismo clerical. Quizás por eso tuvo hijos monjes, nietas de claustro y bastardos rumberos.
Más que una cabeza mandante aquel abogado en derecho románico resultaba el fundamento ejecutivo del poder circunstancial mismo. Hizo lo inaudito para salvar al mayor presidente de los generales, incluso les permitió corromper el sistema de aduanas haciéndose de la vista gorda. También dejó al clero conservador la salvaguarda de las tierras y del recurso humano que esclavizaban. Quien sino él sería responsable ante la conciencia colectiva de esa feroz persecución purista contra cualquier norma de conducta blindada que no fuere hipocresía conventual, y para qué, solo por el prejuicio académico del honor debido a un fantasma familiar.
Su idolatrado dignatario supremo era un ignorante tan básico como fuerte de carisma, pero insignificante para interpretar el sentido único de las debidas proporciones, un anacronismo que él manejaba a la perfección desde la sombra de ente contemporáneo en ciernes eruditas.
Viernes. Un tremor matutino avisó que venía terremoto. La gente repletaba el parque donde estrenaban bajo estricto resguardo policial una película sólo para adúlteros cuyo título para la posteridad anónima fue 'Las nuevas meriendas de Gaudinflos y Boquiflaca'.
La ciudad de adobe se desplomó en segundos. El resto, aunque cuarteada, se mantuvo en pie por la norma milagrosa del fuelle trepidante, según la cual cada zona asume una frecuencia ponderal propia mientras las cuatro réplicas siguientes no duren más de medio minuto exacto ni tengan una combinación de intensidades en fuga cinética hacia vectores graduables de uno a la menos cero.
Al fin el tal país perdido en la ambición febril de unos duendes que lo mal gobernaban, hizo noticia por otro tema que no fuera un escándalo desfinanciado o alguna aberración de facciones a tiros por la culata. Ya que dos negativas nunca conforman una afirmación, ni lo ubicuo es laudo ponderable, habrían sido necesarios otros siniestros en cadena para lograr igual efecto mediático.
Cual trompicón moderado de carácter prolífico, desde Prevenildo y Lamentada, sátira del asno consejero y la prostitutriz al margen de la leyes de la gravedad pública, nadie hizo tanto con menos de la mitad.
Fray Pinturero en su epistolario capitalino Sobrebebiendo los describe así: Fueron días de intenso trajín emocional cuyo alcance recompone el cariz fanático del populismo ilustrado. No caben otros términos para adecuar juntos este doble aspecto de divinidad en oro hueco ante una tragedia imprecedente, ajena al hecho mismo tal como si fuera parte pero no basamento en gracia de tornarse pseudo ciencia decadente ante su época, una noción que incorpora metas sin llegar a ser agente del medio donde debiera ayuntarse con su instinto de afinidad. Valga pues aquella frase ya mencionada en un consejo proverbial que atraso y ahora amplío: si miráis tras el espejo corréis el riesgo de veros hacia fuera.
No precisaba de esas jugarretas que consideraba infalibles para seducir a cualquier mujer la mayoría de las veces con un atractivo frugal y que en realidad apenas sirvieron de blefe contra los soberbios del cortejo mas de ningún sustento práctico cuando requirió uno ese día ya borroso entre su necedad y el infortunio. Ni tampoco necesitó de nadie mientras tuvo salud o alma porque sencillamente estaba convencido que no había  mejor manera de subsistir con el orgullo político intacto, fama y presencia de personaje público.
Fue entonces que se aquel grandioso desastre, irónica mezcla de superstición populachera y folclore a la memoria común del acontecer inadimplente.
- ¿Antiguo yo? Calculen nomás. Soy de la época en que mis pies todavía corrían raudos los caminos más ilusos y las señoras me decían mocoso. Hoy manejo títeres, o sea, tengo el comando del estado y la jefatura de la nación... qué tal.
Era la involución inspiral del dinosaurio tardío hacia ser humono. Significando que el pasado está ausente solo si es ficticio e incalculable el momento de su concepción fugaz. Lo incesante del anacronismo secular, ocaso bajo pátina, lindero sin retorno, muchas veces mil un enésimo que resulta arredondado porque el macho de esta especie es el único animal miraculoso que termina verde cuando se hace viejo y todo el desamor a sí mismo contra los otros le condicionan la percepción y el talento impropios. Ningún retrocede lo detiene, es que apenas se siente peligroso. Fuera brotar hacia dentro, surtir una lágrima sin acento de consecuencia, balance y aparejo.
Aquella precisa tarde estaba tan borracho que veía doble hasta en los porotos del plato de sango, por eso mientras se le movió el mundo pensó que había sido suficiente exceso y se acostó a dormir un desmayo sin pausa que ya le duraba once campanazos de alerta consecutivos cuando la caída libre de una mosca bullanguera lo retrajo al guayabo menos virulento que jamás recordara.
- cierto pelo
- perciotela de pan al centésimo
- vaya, qué clave
- a lo que vinimos, la ambigüedad no se resuelve con imperativos
- ... del ya sé pragmático...... o bien arritmias del dínamo social
- presidente bajo sospechas de fraude y falsificación, luego fingidor sobre puesto en dictadura militar, y ahora profeta con ínfulas de restaurador sin oficio, no señores, ha sonado su hora, éste también será un terremoto político.
El senador Campo, retórico consumado en la farsa nacional, demócrata consular cojo, apoyaría un nebuloso mandato interino de él y de alguien menos. Al final, fue el secretario encargado quién permitió una instauración provisional poco convenida.
Eso si, como último parpadeo, los aborígenes relatan sobre ambiguos hombres pálidos, malos en perversas maneras, apenas allá del fuego lento de un relato demencial del exceso pendencias consecutivas y esa única suya, maldita cosa donde se perdieron como esclavos ante la ley.
Redunda en moraleja afirmar que todo lugar tiene su propio momento, porque no hay manera sin oro ni suelo en la suma contraria.
Y entonces sucedió otra capitulación de poderes transitorios que se inscribe en el hecho cierto en sí mismo inenarrable
- borracho
- Puvio Ostosia Candombera… estás hablando con el envase mismo
- en este país la gente no llega puntual ni a su propio entierro.
El corazón inventó la electrónica mucho antes que el cerebro lo hiciera a través de sus manos y pies, la creó para sí, solo por eso mana el fluido que alimenta cualquier torrente que se considere vital.
Idéntico a una espiral ubicua que incita períodos dimensionales inequívocos de poder sistémico que desafía su interpelación presente aunque parezca nueva.
Fueron tres lapsos de doce horas los que acabaron haciendo la diferencia procesal, y para ser precisos, ninguno ocurrió como esos clones sin firma cuyo momento apenas capta un compás de armonía geomántica.
Según decreto constitutivo datado en fecha posterior al suceso pero instruido como abierto, se establecía que lo siguiente jamás siquiera fue factible: coincidencia, remordimiento, inquina peyorativa, punga y desmemoria.
Solo hasta entonces continúo insoportablemente celoso, y luego que fingió indiferencia se juró misógino de estampilla e incluso hay quienes aseguran le especificaron cupo clerical en algún monasterio como quien cumple sentencia en ausencia de reo.
No hay mundo que mejor se imagine que el porvenir. Todo tiene su hora y época en el existencia personal, y mientras la noche desate sus instintos ídem.
Quince minutos en el cargo resultaron suficientes para sentar las bases del nuevo código ideológico nacional: la improvisación a pucherazos.
Fue exactamente cuando alguien de la escolta movió su fusil hacia el lado ciego mientras el contable Chinto Ramírez, registrador de la propiedad ajena y usurero de escrúpulos católicos, se distraía con el encanto indescifrable de una cándida joven llorosa.
Entonces Ostosia abrió fuego y nuestro personaje, dubitativo aunque risueño, corrió herido hacia un matorral florido.
´Atentado: peligro de guerra civil. El presidente se dirige al pueblo desde la clandestinidad, pero Ostosia declara que lo mató y que quien habla desde un ferrocamión - tractochiva de ruedas de madera de guayacán – es su doble´.
Levantisca. La prensa es la cuarta dimensión del poder masónico libertino. Sucede en el desvelo futuro, aunque paradójicamente hagan de esos pocos instantes medio siglo y tanto más. El colmo de cualquier forma radica en su contenido mismo, ahí donde pesa el culmen de cualquier argumento.
Carajo, una exclamación que perdura sin eco, no obstante, la épica de prisa se consuma en tragicomedia. Entonces el refranero evade el escenario con una parodia en verde, fraseología que excluye incidencias mordaces pero que hacia fuera ostenta lo común e ignoto.