viernes, 24 de octubre de 2014

Semblanza en acto de servicio.

Viceversa.
Plétora y contrapunto.
Tensión, drama en conflicto.
Ana Coluto y Salomón Dorado no pudieron evitarlo, de pie, intrusos a treinta y seis y medio grados, envejeciendo ya desde aquel impreciso instante, nacieron primogénitos el mismo día y hora a través del pleno túnel natural en acentuada época grisúcia de componendas tecnológicas postpartes.
´... amor, una sola alma en dos cuerpos´. Que vivas tiempos interesantes.
En dinámica contempladora, para ambos, el automóvil, la tele, el computador o el portátil estuvieron a disposición siempre ahí, naturalmente, como los árboles al viento, en perpetua comunicación con las particularidades vibrátiles que los constituyen y explican. Facilismo digital en cifras, códigos u opciones. Enésimo botón binario que se acciona al reflejo o por descarte.
Entonces había otro módulo donde el amarre no estaba sujeto contra el andamiaje del designio. Escucha, habla pero no digas nada. Todavía son artículos en súmula: el divino senil, puto y flecha en tiroteo.
Democracia obligatoria es dual dictadura. Dividir como fundamento esencial para mandarlos sin gobernarse.
Cuarto, cama y mujer. Perentoria de evidencias valuadas en ceros a la derecha.
Siquiera probaron las delicias del seno, plus corazonada protectora, extragestación pasiva. Mama pronto necesitó el busto para lucirse con la gente y los invitados. Ante las esporádicas sartas de diarrea y catarro. Medicaciones y vacunas. Cualquier pesadilla claudicaba.
- ay doctor, que muchachita tan inquieta
- carajo, qué niño.
Ni rostro ni rastro, la mayoría de lo que sabían de la vida lo aprendieron del televisor, ni cabía mufa tampoco.
Informes variados. Adrede una nueva ley deliberada fomentará cada vez más su tibia existencia. ¿Qué es la riqueza? Seguramente el dinero que se ostenta con gusto. Pocos la engordan mientras la gran mayoría implora construyéndole reminiscencias, que en crecientes estadísticos significa una rotativa conceptual para cada doscientos seis millones de pobretones
Cuanto los obreros se amotinan macana en mano la policía allana el ámbito lejano de sus tristes barracas, lo que condiciona poquedad al idealismo patriotero que el mercado libre compra y vende como la insurrección contra los justos que resguardan su particular patria privada. Total, no hay crimen organizado sin ley y órden público. Casta que imanta hacia si cualquier singularidad a veces insana parecida al poder reproductor de sicofantes crónicos, impermeables a la calumnia del aunque moje que al menos no arda.
Paradoja en pasadas corrientes, y alegoría así invente una picota distintiva, artesana, narrada sobre estucos floridos, como antiguas piraguas ya fuera del agua que cruzaron ese desierto marino tan ondulado, azul, inexpiable, allá del horizonte.
Concierto inmaculado, modas repentinas para salón de fiestas. Las más diversas criaturas en pleno uso de sus costumbres de apareamiento acuden a la cita benéfica del año. Qué mejor, opulencia para combatir la pobreza.
Ana, mujer de embrujo, tuvo una espléndida velada en su discreta arrogancia de tergal turmalina y detalles en plata. Tal vez poco para quien mucho preparo por anticipado el impacto inicial de inercia subsecuente. Ocurre pero presentía un príncipe semidivino no los tardos secretos de tan famoso magnate económicamente arruinado. Exproveedor exclusivo de cristal y vidrio para los monopolios Puga, un verdadero tránsfuga subordinado a la bebida, Tadeo Zanute todavía derrochaba simpatía mundana mientras su crédito ante el todopoder petrolero se desvanecía en infames negociatas fallidas.
La sedujo hasta esa otra locura que ningún elixir amaga, cuando despertó estaba en quiebra de concordata solidaria, nunca supuso tanto millones y peor siquiera como deudora ilusa. Diecinueve primaveras encima, embaucada por el amante de la señora del sempiterno, huyó hacia los Cayos en un avión oficial facilitado desde adentro del gobierno. Entonces el Verbo -barbarismo de la libertad prensada- montó en gabarito una versión intimidatoria bastante marrona que demostraba cómo la publicidad puede premeditar cualquier asunto por espúreo que sea a su inmediata maravilla.
- pues diga que no nos debe ni siquiera una explicación y problema resuelto
- o será porque en lo alto y lo profundo quien paga decide.
Hijo de mercader inmigrante, el pequeño Salomón sufrió desde niño con la presión implacable de su padre, que lo quería ver para su propio orgullo como primer abogado de la familia.
-si te puse nombre de hombre sabio fue para hacer de ti un individuo cuerdo y respetable, pero tú, pendejo, insensato mal agradecido qué, del saxo a la guitarra, no es posible.
Don Macario gesticula al filo de un disgusto, oye la costumbre cual un zumbido a cólera tardía. Sabe los difíciles que fueron en los machos las resultas familiares de su sangre. Inconsecuentes, testarudos, pertinaces.
- más le valdrá a ese tonto ser muy bueno en lo suyo, preocupaba para sí de retirada a su tienda de arte y antigüedades.
Durante meses hizo escuela horadando la noche en trabajos temporales como músico y rondeño. Percató los trompos de la bohemia, la prostitución expuesta, los vicios de otra ciudad inconcebible, subterránea, en compleja adecuación con sus modos aparentes. Figuró en reyertas pasionales, soportando borrachos o a través de las madrugadas tocando los acordes vulgares de una asinfonía sin pájaros en autopistas cuya obsesión para sordos era la distorsión misma del nervio acústico y sus conchas sonoras. El conservatorio le sirvió para engatillarse a una beca y salir lejos de su padre.
Del avión al centro apenas si notó los bloques de viviendas tan amplificados cuanto laberínticos. La arandela desplazaba el axio hacia dentro en notas sostenidas que subliman los acordes de redobles danzantes. Ruleta de ilusiones al ritmo del trece rojo, cinco negros en treinta suertes, y de pronto ser tendencia musical para supersticiosos.
Fuga en estrépito al bandeo. Enanejamiento, parsimonia, cuasi letargo, disfraz con mordaza. Blandenga del impotente, desatadura consecutiva, y una mujer en cueros colgantes. Coros, arreboles frugales, dinámica de mirlos y silencio oceánico. Por una discusión ajena a la partitura forzó las hojas hasta convertirlas en papel manchado con algunas letras legibles.
- ¿acaso tienes idea de cuánto me cuestas?
- ningún dinero forzado es sólo tuyo.
Fisgones del traspié. Cuando los vecinos pararon de incriminarse a voces gruesas e insultos finos comenzó el forcejeo sensual que aquella noche terminaría entre risas, grititos y carcajadas.
Noche afuera, la calma estaba densa como si rodara en un zigzag de ascensor, del camión hacia el pasillo, luego que la ciudad se disecaba en una luz tangencial y volvía e ese su estado irritativo baladí.
Acceso prohibido. Departamento de Control Migratorio. Una caricia fotógena y somatométrica del sistema público codificado.
Las bonanzas de esa Ana cada día más bonita, fútil e insufrible, huérfana de la abundancia, cansada hasta de gastarse la tarde en trapos y cosméticos de marca, aburrida de su sofisticado club para depurados, harta de una existencia solitaria, monótona, vegetativa y dependiente, completamente suya sin ella misma en sí hacia ningún sitio, que se acostumbró a padecer frente al espejo, muñeca preciosa odiando aquel escurridizo extravío con rostro de zángano farsante.
Entonces tuvo un arrebato de sensatez, no se desplomó por completo, sus esèranzas eran menos tambaleantes que el flamante gobierno provisional.
- atención, atención, debido a interferencias por fallas técnicas de origen, cables, correos urgentes y llamadas telefónicas continúan suspendidas.
Tampoco sabían que fuesen tantos los de allá por aquí. Las angustias nacionales parecían mejor repartidas entre los allí ausentes. Aunque la vulnerabilidad al caos se reproduzca con una imaginería de asombros y antojos desde cualquier punto en descuido tal cual como el moja cualquier cuerpo que la flote.
A esas horas en que sólo los desempleados trabajan, sonaba el ruido cual un resuello de lamentos y cabía sino decir ojalá. Porque empezar es una cuestión de todos los días, mientras el asfalto florezca y la historia sea una cuantas ruinas restauradas para pretensiosos, ya que cuando los fotones recortan el contraluz busca presencia al resguardo del flogisto iniciante o entonces lo oscuro corre el riesgo de quedar a tientas de la materia oscura.
Paseo entre el bostezo y su rumor como querencia en los empleos de tales prácticas usuales.
Ahí estaban, juntos al fin, en el mismo asiento. Ana Coluto y Salomón Dorado. U vagón de tren suburbano durante su primer invierno lejos de casa, compenetrados juntos en aquella indiferencia contagiosa que distingue a cualquier espécimen de las multitudes para propaganda rumiante cuando sufren una cercanía forzada.
Consume luego existe. La densidad los manifiesta igual a una malévola pastilla con aroma, tesitura y modos que asume sin retentiva sus decisiones liminares. Ahí fue cuando sucintamente la telepatía autobiográfica les conectó como un cosquilleo pasajero.
Ellos querían un niño pero acabaron teniendo a mí. Conmigo mamá sufrió antojos extravagantes. Mimada es la consecuencia de pizpireta. Agrega a eso sardinas con melaza o dulce guayaba. Pero su carácter me hizo desde ese punto de vista, digamos, una espectadora parcial. Bueno no sé, quizá papá también un poco al desquite. Hubo momentos bastante matizados e intensos. Todavía me estoy deficiente en composición tonal. Era un capricho que irremediablemente necesitaba de una fragancia exacta para cumplirse como perfume fino. Intelectuales que defienden ciertas futilezas que ni ellos mismos dominan por ser conceptos vacíos, pero baste que piensen con el bolsillo y de inmediato se nos rajan. Me chupaba el pulgar, ahora solamente de vez en cuando me muerdo las uñas. Veo muy natural que la crítica sea exagerada y nociva ante una crisis. Aunque soy bastante torpe para las manualidades mi sazón a veces gusta. Entonces siquiera manejaré mis propias composiciones. Lo imagino guapo, inteligente, acaudalado y bondadoso. La habría el algún lugar al sudeste, sobre la gruta seca de un apartado paraje lacustre; pureza acústica, suavidad resonante y dispersión del ritmo. Los caballos me emocionan, son como la dicha misma. Los personajes serían duendes animados y las escenas visuales una interminable cabriola de ensueños y excesos eróticos. Prefiero el tono canela, mi piel es demasiado blanca, creo que un vestido así me vería patética. Cualquier tipo de arte se confronta al dilema de vender para subsistir, en una especie de tragedia hacia el suicidio con final feliz. La ropa interior nos enciende por dentro. Y solo después que se haya creado una pieza magistral. Era todo un caballero, me regaló veladas maravillosas. El sexo es un instrumento de gran contenido sinfónico. Botas vaqueras, felpas, moño al pañuelo y una gabardina larga. Son los dueños del dogma, apenas representan el papel que heredaron. Me privan lo mariscos pero me aterra el mar. Pero si nos lo plantean como causa justa seguro que vuelve a pasar. Mi meta hoy es un hijo, no quiero estar sola. Tantos como ninguno. Esperaba otra cosa, todavía estoy asombrada. Tal vez un juicio sin tanta cabalidad terminante.
Pumba…  cortocircuito del cableado mental. La estación final arrastra tanta gente que tantos desconocidos se perderán en el anónimo para siempre.
Una terraza de suceptibilidades genéricas bajo pulsión social, entre la superficie de la poltrona pública y cualquier pasajero al acaso, a fuerza de vanguardias, sin tachas ni otra atarrascada que el uso cotidiano en constante movimiento, irremediablemente, y aún tanto amor tenía que darles pelea, como si la brega fuese distinta por inicua o escrupulosa, escueta o imaginaria. Lo saben porque no importa.